Es joven y muy guapa, mi hermana Pilar, la menor de los cinco, y como siempre la que mejor se lo monta. Desde pequeña nos hemos reído con ella a carcajadas, y así sigue.
Ayer llegó de Roma. ¡Lo bien que se lo había pasado! Y me contaba cómo disfrutaba cogida de las manos de Benedicto XVI. Ella y otras de su grupo veían como al Papa le temblaban los hombros de la risa. Es que somos como niñas, se excusaban. Todos somos como niños les respondía él feliz.
Mi hermana es monja de clausura y ha estado en Roma los tres últimos años en un pequeño convento que hay en los jardines vaticanos. La semana pasada se despedían del Papa tras el ángelus del domingo, en su apartamento privado. Ya regresó a Sevilla.
Ayer la vi tras las rejas.
Como siempre, muerta de risa, es la que mejor se lo monta.
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