Las monarquías europeas son de un
valor incalculable, los países que las poseen no saben lo que tienen. Me apenan
los franceses que tiraron su historia por la borda y todavía no se han
recuperado. ¿Se imaginan una Francia con monarquía? Esos actos de representación Versallescas, en los boulevares de País, esas ceremonias de coronación, y bodas y carrozas… ríanse ustedes de la Monarquía Británica… el
partido que nuestros orgullosos franceses le sacarían a su antiquísima y regia
institución, no digo ya jarritas y platos y souvenirs de todo tipo... tendríamos
a los Reyes de Francia hasta en la sopa. Fíjense en la parafernalia con la que rodean a
su presidente, se nota que no se consuelan de no tener rey. Pero, en fin, todos salimos perdiendo con la
Revolución y ellos más que nadie.
La monarquía hispana es lo que nos
enraíza con nuestro pasado más remoto, con nuestra historia y nuestros
antepasados que dieron la vida por nuestra patria representada en el monarca.
Los reyes eran y son legítimos
porque el pueblo así lo ha querido, desde los godos al menos.
La Constitución española, no nos
equivoquemos, no crea la monarquía, ni siquiera la legitima, lo que hace es dar
carta de naturaleza a una institución inherente a España, que ya existía y que
ya estaba legitimada por 1500 años de historia, de no haberlo recogido se
hubiese cometido un gran error y nuestra carta magna no hubiese llegado lejos.
No crean que la monarquía le debe mucho a la Constitución, es justo al
contrario. Ir en contra de la realidad profunda de una nación es equivocarse.
Si no miren ustedes ese grave error que fue introducir un término falso y ajeno
a nuestra realidad, por intentar conciliar, “nacionalidades, caro lo estamos
pagando, y lo que nos queda…
Archiduque de Austria, duque
de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y de Neopatria.
Conde de Habsburgo, de
Flandes, del Tirol, del Rosellón y de Barcelona.
Señor de Vizcaya y de Molina…
nuestros ancestros sabían muy
bien lo que se hacían cuando en cualquier documente incluían toda esta retahíla,
nosotros la hemos olvidado, pero fíjense que esos títulos significan la unión
de todas las Españas, de Castilla, Aragón, Navarra, Señor de Vizcaya, Conde
Barcelona.... ¿Por qué creen que odian tanto al rey los nacionalistas? porque están
viendo a su señor y lo detestan. Pero esa es la realidad innegable. Los
aragoneses y los vascos y sus cortes y condes y señores apoyaron a sus reyes
hasta lograr una unificación querida por todos, nobles, caballeros, burgueses, menestrales…el
pueblo todo representado en sus cortes y en sus fueros.
En ese esfuerzo común descansa la
figura del monarca.
No crean que los reyes hubiesen
resistido la oposición de un pueblo, las monarquías y ya en la edad moderna las
absolutas, eran absolutamente incuestionadas por el pueblo sobre el que
descansaba. En una evolución natural, esa monarquía se ha transformado en
democrática, como no podía ser de otro modo, pero en ella esta toda la carga
milenaria de la historia, condensada, toda la sangre, toda la lucha, toda la
gloria. Por eso es "símbolo de nuestra unidad y permanencia”, por eso lo recoge
así la Constitución, por eso lo odian los que odian nuestra Patria. Defender la
monarquía, no se equivoquen es defender los valora de nuestra Nación, es su
símbolo más alto. La monarquía va más allá de la figura coyuntural que la
encarne, igual que la bandera no es el lienzo en el que se imprime.
Podemos despreciar la historia,
la memoria y escupir sobre nuestro pasado igual que podemos destrozar nuestras
catedrales porque están obsoletas, así nos irá...
Don Juan Carlos de Borbón y Borbón
ha ostentado esa representación que se pierde en el abismo de los tiempos, es
un ser humano sublimado por su cargo, como hombre puede cometer errores,
algunos son bien conocidos, la mayoría son actualmente exagerados, no probados
y muchos de ellos inventados, pero en cuanto a su labor por España, su
actividad pública, ahí sí que no me negarán que ha cumplido como un jabato,
como un Señor, como un Rey dignísimo. Se despojó de su poder absoluto, dirigió
el camino hacia la democracia, nos ha representado en el mundo como nadie. De
una España sumida en el ostracismo, con una imagen casposa y cerrada, llegaba nuestro
rey, alto, elegante, hablando perfecto inglés en la ONU, un verdadero gentleman,
abriendo caminos a las empresas, a la diplomacia, a la imagen de un país que se
desembarazaba de una negra tristeza que todavía arrastraba desde nuestra trágica
guerra.
¿Cuánto le debe España a su rey? Su labor ha sido, repito a pesar de sus
errores, impagable.
Cuando pintan bastos, ahí está el
rey. No olvidemos su imagen ojerosa en la noche del 23 F.
Cuando Nuestra patria se desgaja
y Cataluña amaga con irse ahí nuestro Rey, Conde de Barcelona, Rey de Aragón,
apagando con su sola presencia el fuego de la disensión, serenando a un pueblo
absolutamente desasosegado por unas gestiones políticas que no alcanzaban a
solucionar la gravísima situación. No porque D. Juan Carlos o D. Felipe sean
tal o cual, sino porque son nuestros reyes, los Reyes de España, el culmen de
nuestra soberanía porque así lo han querido los siglos y lo avala muestra
historia.
¡Protejan lo valioso que aún nos
queda!¡No pisoteen las tumbas de sus antepasados! ¡No dilapidemos nuestra
legítima herencia! ¡No es nuestra, era de los que nos precedieron y somos sólo usufructuarios,
se la debemos a nuestros hijos y nos las podrán reclamar!
Viva la Monarquía Hispana.
VIVA ESPAÑA, VIVA EL REY