Vengo del Museo de ver a Picasso entre el Greco y Zurbaranes. Continuo con la espléndida exposicion Imago Mundi en el CICUS. Entablo conversación con la señora que estaba junto a mi, admirados ambos, de las maravillas que estamos viendo. ¡Oh, ah!
Tenemos conocidos comunes y me invitan a ver la planta alta de su casa que no conocía, si la inferior, que es visitable.Entrar en una mansión del XVI sevillana mudéjar, con mosaicos romanos, esculturas, cuadros, azulejos antiguos, todo restaurado con una exquisited admirable, es un verdadero placer. Una casa vivida, preciosa, no un museo, un hogar auténtico, pero con comedores de extensos artesonados, chimeneas de marmoles de colores, mesas florentinas, aquí un Zurbarán delicioso, allá cartas de Fernando el Católico, un patio de columnas, un patizuelo de losas de Tarifa, una escalera imponente, unas alfombras de nudos de la Real Fábrica, galerías emplomadas, recuerdos de familia, retratos de la aristocracia catalana decimonónica... fascinante, deleitoso, maravilloso. Frisos de escayolas, puertas renacentistas labradas, de antiguos conventos, de viejos palacios recuperadas... todo hecho con primor, con delicadeza, con esmero, con pasión, con cariño. Una casa de una familia numerosísima de las que ya no quedan, habitada y cálida.
Qué mérito haber conservado esta belleza cálida y doméstica, alejada de las frías mansiones convertida en hoteles anodinos...
Una tarde para recordar, una experiencia encantadora...