Ha muerto el gran Aquilino, el genio, el maestro Aquilino, nuestro amigo Aquilino.
Nos ha sorprendido su muerte porque era aún muy joven. Sus noventa años eran una pura formalidad. Realmente nunca pasó de la primera juventud, inquieta, inquisitiva, curiosa y ávida. Aunque era viejo en sabiduría y prudencia, docto, con una experiencia acumulada que lo hacía una persona única e inolvidable, de una amenidad, una frescura y un amor a la vida y la belleza sin igual.
Su joven vida, sí, ha sido larga, gracias a - nos dirá- que le ha sido
negada la fruta prohibida
que sume en la tristeza y que acorta la vida.
A pesar de los desengaños, que no han sido pocos, jamás guardó rencor, ni perdió la paz y la alegría.
Pero no, no nos conformamos porque estaba tan vivo, estaba tan al tanto de todo, que siempre se podía contar con él.
Hablaba con su gran amigo el poeta Lutgardo, hace escasos días, para tratar de organizar el homenaje que se merecía en vida y que truncó el confinamiento. Ahora ya se ha hecho demasiado tarde -Anda algo regular- me dijo este, pero no esperábamos este desenlace apresurado…
A José Mará Jurado, otro poeta joven, amigo de Aquilino, porque el maestro no le dolían prendas para alabar lo que valía, sin edad, sin banderías... a José María- decía- le tenía encomendado la tarea de involucrarlo en otro proyecto poético y hace pocos meses colaboró con nosotros en el homenaje a Bécquer… en fin, que era una luz que estaba ahí como referente y como amigo.
Qué generosidad. Tras un almuerzo, recuerdo, exclamó jubiloso- vamos todos a Viñamarina -y andaba siempre dispuesto a abrir de par en par las puertas de ese lugar mítico para charlar de lo divino y humano.
Invitamos al eminente Gregori Luri a una conferencia, y allí apareció Aquilino llenando con su presencia un auditorio no especialmente numeroso. Y qué deleite esa charla después en el bar del Círculo con los ponentes, en ese ambiente British, tan elegante y refinado como nuestro amigo, con sus anécdotas y sus historias maravillosas, que eran la historia de España y Europa y su cultura toda en la segunda mitad del siglo que se fue....
Se dice tantas veces que el adjetivo rechina, pero Aquilino sí era insobornable. Tenía sus principios, sus valores, su pensamiento al que no renunció a lo largo de su vida. Una visión del mundo que jamás le hizo ser sectario, muy por el contrario, era de las personas más conciliadoras, ecuánimes y abiertas con las que uno pudiera tratar.
Y sabia que naturalmente, Dios existe; desciende
De vez en cuando entre nosotros. Y por ello
nadie tenia penas porque todos sabían que Dios es infinito*
Nosotros sí tenemos un deje de tristeza y no nos consolamos de su partida porque era feliz y compartía esa felicidad. Era conocedor de de la bondad del mundo y esperaba su trasunto:
Y la vida es tan bella,
(...)
Haz que ese cielo prometido
En el que puse mi esperanza
Sea su imagen fiel y semejanza**
Sí, querido Aquilino, ya el Señor te habrá devuelto
las certezas aquellas para que vuelvas a ver en las estrellas a los Reyes de Oriente…**
y todo te habrá sido aclarado porque
Morir es … explicarse de un golpe
Los misterios más hondos y terribles
Tras los que Dios se parapeta…***
Tú ya lo sabes Aquilino, para siempre. Mucho amaste a los tuyos, tantos amigos, tanta mundo, tanta vida, tan grande todo…
Y como se ama como se muere: en un instante
estarás ya amando
Toda una eternidad,
Porque amar o morir todo es lo mismo
Querido Aquilino,
en tu muerte ya habrás
averiguado, por fin, en que consiste eso que llaman la Poesía ***
Tú ya lo sabes todo, poeta universal
Has llegado a la meta, has muerto cualquier día de fines de verano, premonitoriamente,
Y estarás en cada hora de las que te quisieron, de las que te olvidaron ****
y sigo repitiéndote, se que
estés donde estés, tu cuerpo derramado,
la luz mínima y dulce de tus ojos ponientes,
la dura campanada de la sombra en tu pecho,
libres por fin, saldrán, dividirán los campos,
enhebrarán los puentes, dirán a quienes fueron
-torres, amigos, álamos, alzados sobre el mundo,
que ya no estás con ellos, que del lento muchacho
andaluz y romántico que llevaba agua fresca
y trigo candeal, no queda más que un surco,
una palabra muerta y una estrella partida
bajo la sombra de los limoneros.****
Querido Aquilino, tu vida, tu obra, tu ejemplo, lo encontraremos siempre perenne, siempre amable, siempre azul... Sí, estarás siempre con nosotros, acompañándonos como la fresca sombra de cualquier limonero.
Descanse en paz.
*De la existencia de Dios. La palabra secreta. Antología. A. Duque. Edición Juan Lamillar. Renacimiento
** La vita é bella. La palabra secreta. Antología. A. Duque. Edición Juan Lamillar. Renacimiento
*** La muerte. La palabra secreta. Antología. A. Duque. Edición Juan Lamillar. Renacimiento
****Elegía Andaluza. La palabra secreta. Antología. A. Duque. Edición Juan Lamillar. Renacimiento