Gracias a Ángel Ruiz, he asistido a algunos actos del Congreso sobre Flannery O´Connor en Sevilla.
El sábado por la mañana hubo una conferencia de Trapiello.
Trapiello para mi es lo más. Cada vez que viene a Sevilla
procuro asistir a sus conferencias. Su salón de los pasos perdidos es de lo mejor
que existe en la literatura española de todos los tiempos. Con una fórmula
personal ha creado un tipo literario singular. Leer estos “diarios” es un
disfrute y además del humor, la ironía, y ponernos al día de todos los chismes
de la vida literaria española, nos deleita con pasajes de un lirismo inmenso
con escenas que son poemas auténticos, de emoción incontenible.
Trapiello es un tipo simpatiquísimo, lo cual se nota en sus conferencias.
El otro día pudimos tomarnos una cerveza con él y en la cercanía no hizo sino
reforzarnos esa imagen de persona sensata, sin aires de suficiencia, que bien
pudiera, y de una cercanía nada frecuente, de una naturalidad descomunal. Su
mujer Miriam, a la que conocíamos por su diarios, es de un encanto también extraordinario.
Entablar conversación con un alguien al que se tiene mitificado es algo memorable
y cuando éste se baja del pedestal y se comporta como un ser humano de carne y
hueso como los demás, uno lo eleva aun más en el que lo tenía.
Junto a Rivero Taravillo, los acompañamos a coger un taxi,
con un calor de muerte, 48 grados en los termómetros callejeros.
Menos mal que
vino uno pronto, si no hubiesen muerto y abominado de esta Sevilla nuestra
infernal.
Con Antonio RT, al que admiro y sigo en su blog, seguimos caminando hasta la puerta de Jerez, yo con mi bici a cuestas,
donde nos separamos. Fue otro grato placer entablar conocimiento personal con él.
Por la tarde asistimos, con el aire acondicionado a todo
meter, gracias a Dios, a la presentación de una película sobre FO. A pesar de
mi mal inglés, aumentado por el acento sureño de muchos de los partícipes en el
documental, me gustó mucho. Tras este atisbo del personaje en estos días, estoy dispuesto a leer lo que me queda de ella
con renovado interés.
La conferencia de Trapiello de la mañana fue espléndida, amenísima,
interesante y divertida y creo, que incluso a los especialistas en la cuestión que
allí estaban presentes, les aportó una mirada valiosísima e inteligente sobre
su obra.
El calor tras salir de la Fundación Madariaga era
insoportable. Anduvimos Ángel y yo hasta casa y nos detuvimos en las imponentes
esculturas de Mercadante de las puertas de la catedral.
Prefirió quedarse en casa que asistir a la cena del
congreso, lo cual fue todo un detalle por su parte, sobre las diez y media
tenía programado un espectáculo flamenco en Los
Gallos al que teníamos previsto asistir.
Un vendaval bochornoso sacudía los toldos de mi azotea como
a velas desbocadas. Mi casa estaba vacía, cosa extraña, porque este fin de
semana nos quedábamos en la de de mi suegra a dormir y allí estaban todos.
Después de colocar en este blog las anécdotas de mis hijos y
la locura que en que a veces se convierte la casa, le advertía a mi amigo que
eso no era lo habitual, y si no fuera porque aparecieron dos de ellos a recoger
alguna cosa, Ángel podría pensar que todo era una mera invención, pues calmado
el viento y poniéndose el sol, allí estuvimos tranquilos y pacíficos charlando
de lo divino y humano, de tal modo que se nos pasó el tiempo, y dejamos el
flamenco para mejor ocasión… con una improvisada cena vulgaris con pizza
congelada y sobras de la nevera, cerveza y un buen tinto, nos dieron las doce
como si nada.
Fin de semana estupendo: he conocido a los poetas Félix-Díaz
y Antonio Rivero Taravillo, al magnífico Trapiello y sobre todo al incomparable
Ángel Ruiz, y si quieren disfrutar como yo entren en esa deliciosa maravilla que está En Compostela.