Hoy es un día muy especial para mi porque mi amigo Ángel Ruiz ha cumplido 53 años, si no me equivoco.
Esto tiene de especial el que hace dos semanas estábamos muy preocupados porque estaba en la UCI contagiado del coronavirus dichoso y en estado francamente grave. Todos sus amigos, que somos legión, por todos los puntos de España y parte del extranjero estábamos en vilo. Todo comenzó con buenas perspectivas, cada día sabía de su evolución por él mismo pero cuando pasaron más de 24 horas sin noticias me alarmé y me enteré de su gravedad. No paramos de rezar como es natural. Cuando parecía que había pasado lo peor de nuevo otra noche nos dieron malas noticias. Estas recaídas son de muy mala espina. En fin, desolados.
Yo estaba bastante cabreado con el maldito virus y me decía que no podía pasar lo peor, aunque era consciente de que nadie está libre de ello. Y una de las cosas que más me cabreaba era el pensar que tuviese que escribir un elogio a toro pasado, ¡y un...........! pongan aquí una imprecación, ¡me negaba a pensarlo, me rebelaba!
¡Los homenajes para cuando se está vivo,.........! y pongan aquí otra imprecación.
Por eso ahora que doy saltos de contento escribo en homenaje a mi saludable amigo Ángel.
Es una persona magnífica, un gran hombre, lo admiro muchísimo, y tengo una gran afinidad con sus gustos y sensibilidad. Es sumamente culto, profesor de griego en la universidad, esto dice mucho de una persona. Habrá profesores de griego perfectamente imbéciles, como en todos sitios, pero ya dice algo de uno el que, hoy día, alguien se dedique a estas lenguas muertas, o mediomuertas, al humanismo en su máximo exponente. Yo que admiro tanto esa educación clásica de los caballeros alemanes o no digamos de los oxonienses británicos que llevaban a gala recitar en la lengua original pasajes de Homero, que queréis que os diga, me parece una pasada.
Ángel lleva un blog maravilloso desde hace muchos años, con puntualidad encomiable cada día EnCompostela, nos deleita con alguna entrada, de lo más variopinto, cultura, arte, literatura, viajes, siempre con su punto de vista, sabio, inteligente, siempre alejado de lugares comunes, muchas veces,las mas, políticamente incorrecto, sobrio, Ángel es castellano, burgalés por más señas, y se le nota en la parquedad, en la ausencia de sentimentalismo, en la palabra justa, en la sobriedad meseteña. Es un lujo leerlo cada día. No será él, pero alguien deberá recopilar todo ese ímprobo trabajo y recogerlos en un dietario que merece una buena edición. Son cientos de páginas sobre multiples temas pero todo como un caleidoscopio multicolor y brillante, porque Ángel es brillante.
Ya digo, que en un grado intelectual y cultural incomparable al suyo, mucho más elevado este, mi afinidad espiritual con él es completa.
Nos conocimos a través de la red, y congeniamos. Por fin llegamos a vernos cuando vino a Sevilla, y puedo decir, por mi parte, que pasé tres días inolvidables, y que lo que las redes me habían descubierto se confirmaba, que es un tipo estupendo, excepcional.
¿Qué a qué vino? pues fíjense a un congreso sobre Flannery O,Connor, es también un experto en esta autora, y ya pueden imaginarse, si conocen a la norteamericana, con su estilo absolutamente sobrio, descarnado, sin concesiones a la galería, por donde van los tiros de mi amigo Ángel.
Podría pasarme horas y horas escribiendo elogios sobre Ángel Ruiz y no haría más que justicia y aun me quedaría corto.
A los que no lo conozcáis os animo a echar un vistazo en su blog, que no os defraudará. Podéis rebuscar en ese mare magnum de temas, como en un baúl lleno de tesoros. Eso sí, Ángel, como yo, es católico a machamartillo, que para él, como para mí, es su mayor honor, no busquen allí lo que no van a encontrar.
Sus asertos sobre cine, música, libros son una fuente inagotable de descubrimientos. A mi, no lo dudo, me ha enriquecido enormemente. Eso es lo que tiene admirar y seguir a personas excepcionales, que de alguna manera nos acerca a la excepcionalidad también. También trata temas banales, no todo son altas cumbres... habla del parchís que juega con su familia y de la vida misma, y aunque él mismo me lo niegue, tiene un mucho de poeta en muchos de sus textos de una enorme belleza y emoción, pero de la buena, ya digo, sensiblerías fuera, verdad mucha.
Y todo esto, no quiero que pueda parecer afectación, es menos cierto que la realidad.
En fin, me prometí a mi mismo, sólo escribir de Ángel para dar albricias, y cumplo mi íntima promesa. ¡Gracias a Dios, muchas gracias, que ha escuchado nuestras oraciones -cómo pienso en lo que habrán encomendado su madre y sus hermanas- y como estoy exultante lo digo a boca llena ¡Uff, que gran alegría Ángel, amigo, que cumplas muchos, muchos más!