Deberían hacer un abono con entrada preferente a los usuarios más fieles de las urgencias del hospital.
O bien unas zonas de "sírvase usted mismo" como cuando quieres envolver tu regalo en Decathlon o Ikea. (Ahí te las den todas, el paquete termina, no es Loewe, no, hecho un guiñapo). Pues algo así, a modo de pequeño quirófano de uso rápido donde se tenga todo lo necesario para dar unas puntadas: aguja, hilo, tiritas, betadine, puntos de aproximación… para padres con experiencia. Desgraciadamente es mi caso. ¡Ay, Dios mío, cuando no es uno es otro! Un chocazo, una caída, un resbalón y corriendo a la casa de socorro. Qué susto ver a una criaturita propia chorreando sangre hasta que, uff…, se da uno cuenta de que, afortunadamente los niños son de otra pasta, no llega la sangre al río. Hay quien en esos momentos ayuda con gran valor, como una que yo me sé, que huye, se tapa los ojos y mira desde lejos a través de las rendijas…
Sábado tarde. Todo preparado para asistir las bodas de plata de mi cuñada: la canguro localizada, la tortilla de patatas preparada para la cena, tapada con su plato, los pijamas de cada niño encima de su cama, sus pelis favoritas seleccionadas...Pero, ay, el hombre propone y Dios dispone: Santiaguito, a sus cuatro años, metió el pie en la rueda de la bici cuando veníamos de la piscina.
Lloraba a mares cuando veía la sangre correr. -Es que no he estado pendiente, papá- decía el pobre compungido. -Bueno ya no duele- trataba yo de consolarlo- No…- hipaba- pero me da mucho asco. Y era verdad, qué repeluco ver su piececito moreno hendido por el maldito radio. Y le abrazaba. Los hermanos alrededor en corro: ¡pobrecito, pobrecito…!
¡Pero qué le vamos a hacer, otra vez a Urgencias! Eran las cinco y media, y yo en bermudas y sin afeitar. La misa era a las siete. Llegué a casa como pude, con los niños, el herido y la bicicleta, dejé al resto de la peña, cogí el coche y me fui pitando. Tuve suerte, aparqué a la primera y no había gorrillas, (que no llevaba un duro, como suelo, y además con las prisas) Como me sé el camino de memoria entré directo. Lo encontraron rápido en la base de datos, es reincidente (una brecha en la ceja el día del Pilar del año pasado, justo cuando acudíamos a celebrar el santo de mi madre) Me asignaron el número 7454. -Bueno, esto no tardará mucho-pensé, no había excesiva bulla en la sala de espera. ¿Llegaré a tiempo al evento? Seguro que si, son las seis menos cuarto... ¿Qué si me equivoqué?...
Eso mañana, en la segunda parte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario