Estados Unidos tiene muchas virtudes, y mucho qué
agradecerle, desde la Coca Cola, a sus pedazos de películas, o habernos salvado
dos veces en las Guerras Mundiales, o ser el baluarte del capitalismo frente a
los horribles y sanguinarios totalitarismos comunistas…
No seré yo quien no se lo agradezca, pero también son unos
horteras de tomo y lomo y esta Europa nuestra, cada vez más plebeya y ordinaria, no deja
de escapar la oportunidad de asumir todas esas “tradiciones” ajenas.
Lo que es asumible e incluso admirable localmente, se
convierte en un espanto cuando se traslada fuera de las fronteras.
Dentro de poco nos vemos comiendo pavo el tercer jueves de
noviembre (o el que sea) y no es que me parezca mal el Thanksgiving day, es que
me parecería estúpido celebrarlo en Madrigal de las altas Torres o en
Garrobillas de Alcornétar, es un poner.
Cada uno que se divierta como le venga en gana, faltaría
más, pero me reservo mi opinión sobre ello, faltaría más también.
Y lo digo, odio halloween, odio los fantasmas, las brujitas,
los trucos y los tratos, es una horrenda horterada, un esperpento y una
catetada, y el que quiera que se disfrace de monstruo sangriento o de zombi
asqueroso, pero en mi casa está absolutamente prohibido la mínima mención a
este aquelarre, no digamos introducir ni media calabaza.
Ignacio, no has podido expresar mejor lo que yo también pienso. Es una fiesta que me espanta, no tanto por importada (que también) como por impuesta. Siento que es algo totalmente ajeno a nuestra tradición cultural, a nuestra estética...
ResponderEliminarTeniendo el Tenorio, los buñuelos, la fiesta de los santos y tanta belleza, de verdad que no entiendo las brujas y los zombies.
Así es Ana. Impuesta y además lo más feo de la fiesta. Un buen amigo americano escribió un artículo precioso sobre sus recuerdos de niño en Nueva York y el pastel que hacía su madre, y los olores y la fruición de los mas pequeños con los preparativos y era verdaderamente emotivo. Pero lo que nos ha llegado es una deriva horrible y descarnada que nada tiene que ver con ello.
EliminarFelizmente tenemos las tapas y buenos cafés como contrapeso. Y claro, también los nombres y las palabras, aunque se nos invaden las palabras americanas (ingleses). Me encantan los nombres Madrigal de las altas Torres y Garrobillas de Alcornéta. Un abrazo
ResponderEliminarSí, es verdad, siempre nos quedará París... Gracias por tu comentario. Un abrazo
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