No sé en otras partes, pero aquí en
Sevilla siempre se les ha llamado a los toldos de patios y
azoteas “velas”, porque se hacían de las viejas telas de los navíos que
atracaban en el Guadalquivir. Es bonito eso de que tras surcar los océanos varias
veces, Cuba, Vera Cruz, Manila… descansaran cubriendo los cielos de la Ciudad.
Yo acabo de descorrer la vela de
mi azotea. Y he me sentido en cierta manera como un grumete, izando velas y abriendo
la tarde.
Cuando se ha desnudado la azotea,
el sol de este final de octubre, aun sorprendentemente cálido, con sus últimos
rayos oblicuos, como espadas, ha hendido los jazmines y ha reverberado sobre los azulejos, haciéndome guiñar los ojos antes de esconderse tras los tejados prendiendo las nubes.
Me gustan sus dos escritos sobre la azotea y espero que no le moleste que en vez de cuatro serán desde ahora cinco lectores fieles que le siguen (eso es mi intención).
ResponderEliminarUn abrazo desde Amsterdam (Nieuwendam)
Muchas gracias. Y desde Amsterdam nada menos. Esto está alcanzando el grado de internacional. Un abrazo.
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