Ya anochecido, venía de hacer cambios en el horario de Manolito del conservatorio, que veremos a ver cómo le va este año con la guitarra y si no me la estampa en la cabeza. Sólo piensa en futbol y deportes…
Por la calle Sierpes tengo que bajarme de la bici y tratar de abrirme camino andando. Una bulla entre la puerta del Labradores y la relojería el Cronómetro. Caras conocidas. Trajes oscuros ellos, de cocktail ellas. Se trata de la presentación de ROLEX en Sevilla. Me tropiezo con Eduardo Dávila y Carmen, niegan que regalen los relojes a pesar del tumulto, con lo cual decido no entrar. Logro pasar con dificultad cuando de pronto me comienzan a acribillar los flashes, que me deslumbran. ¡Ostras, creo que me han descubierto! A pesar de mis vaqueros y mi bicicleta, que tengo que confesar que parece robada…
Pero,¡oh no, mis cinco segundos de gloria se esfuman rápidamente! Me estoy interponiendo en el camino de la pareja de moda, Francisco Rivera, el torero y su flamante esposa, que me tienen que esquivar para llegar a la puerta.
Anda despacio y garboso, como corresponde, como si hace un mes no le hubiesen seccionado la aorta en una plaza. Ella como si no hubiese parido hace unos días. Será cosa de la fama…
Yo continúo hasta casa, donde no está Reyes, que ha ido a recoger a Santi de un cumpleaños, y por ende, me pongo a preparar los huevos fritos con salchichas de la tropa.
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