miércoles, 17 de junio de 2015

Pongamos que hablo...

Y todas las madres dejaron sus antiguos empleos de médicos, abogadas o juezas, de dependientas de Zara o de El Corte Inglés u otras empresas explotadoras y fueron contentas, armadas con cubos y fregonas, a la lucha por una Nueva Ciudad.
Y los colegios de sus propios hijos fueron limpiados por sus amorosas manos. Donde antes se quitaba el polvo sin emoción, ahora se oían conmovedores cánticos de solidaridad. Cada limpiadora depositaba un beso y una flor en el pupitre de su vástago, que estos encontraban, sorprendidos y arrobados al comenzar el nuevo día en esta nueva Arcadia feliz.
Los alumnos, como no podía ser de otra manera, multiplicaron sus rendimientos y desapareció el fracaso escolar.
Las miembras de las cooperativas de limpieza elaboraban el nutriente primero de su progenie (lo que antes era el bocadillo de la mañana) con pan de espelta natural relleno de verduras que ellas mismas autocultivaban en los huertos ecológicos en los que se habían convertido los grandes y antiguos campos de golf de Puerta de Hierro y las plazas de toros, donde ahora pastaban libres, vaquitas, corderos, entre pepinos y calabazas biológicas y orgánicas.
Tras la jornada de limpieza, todas de la mano se dirigían a los nuevos Templos, donde antes se celebraban cultos oscuros de antiguas religiones, y danzaban (por supuesto con los pechos descubiertos) en loor de la diosa Razón, instaurada como influencia letífica en estatuas esculpidas con la cara de la nueva alcaldesa.
Ya no existen multinacionales de limpieza, ni de comida rápida, ni automóviles, pues todos y todas circulan en bicicleta, las carreteras son plantadas de lechugas, y la ciudadanía no necesita salir de su distrito, donde se autoabastece de los productos primarios y teje sus propios vestidos bajo los almendros en flor…
Como consecuencia los antiguos trabajadores/oras de esas horribles empresas explotadoras, limpiadoras, exempleados/adas de Mc Donalds… vagan como zombis purgando su pasado en campos de adaptación, mientras se busca alguna manera de introducirlos a todos y todas, junto con otros disidentes y sacerdotes de antiguas religiones, en un seiscientos.


Pongamos que hablo…

de MADRID.

1 comentario:

  1. Algo así debió de pensar el guionista de "Amanece que no es poco"

    Un abrazo

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