jueves, 19 de marzo de 2015

VALOR Y PRECIO

Cuando llego a casa no me reciben los pequeños con los regalos churretosos del día del padre, como viene sucediendo desde hace más de diez años.
Qué desilusión.
Reyes me dice que ya en primaria no los hacen en clase.¡oh, sin darme cuenta mis niños han crecido!
Una melancolía grande me invade. Pilar con sus dos coletas, y Santi, que no es muy alto, son para mí muy pequeños, pero realmente ya no lo son tanto.
Estoy meditabundo en la cocina, mientras tomo la sopa, sobre el tempus fugit y el carpe diem y todo eso, cuando llegan los dos mayores. Me entregan un paquete.
- Es muy poca cosa papá, porque no teníamos mucho dinero. Es un boli, que sirve también para pulsar el móvil con la parte de atrás - me dicen- Como tu siempre los estás buscando por toda la casa- y es verdad, me veo retratado, gritando- ¡pero donde habéis metido los bolííígrafos!.
Ellos solos fueron ayer a la tienda con su propio dinero.
Poca cosa, dicen...
No saben ellos el valor para mi de ese gesto, que no tiene nada absolutamente que ver con el precio...


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