Para dar gracias siempre es tiempo
para ser consciente de tu presencia
constante
del peso liviano de tu rostro en la almohada
para sentir cálida
la parte derecha de la cama
y preparada la mesa
Quiero tender en la azotea
como la ropa blanca,
mis palabras
que a veces tímidas
o cobardes
se agolpan y no salen
de mi pecho
Tú tejes
sin alardes
y trenzas un dechado
que me guía
con ese abecedario
sencillo
con esas letras cuidadas,
primorosas
que salen de tus manos
sin que tú te des cuenta
el poema de mi vida
lo bordas cada día
Tienes, tenemos, suerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Verdaderamente la tenemos. Gracias.
EliminarUn abrazo.