lunes, 10 de diciembre de 2012

Home sweet home...



Cómodamente arrellanado en mi sillón leía a la par que escuchaba de fondo el maravilloso dúo de Adán y Eva de la Creación de Haydn  (de levitar).Las argentinas risas, muy leves, casi imperceptibles, de los niños que jugaban reposadamente en la lejanía más lejana, en paz y armonía (y no parecían tener fiebre) hacían resonar su ingenuo y alegre cascabeleo. Sentíase el sosiego del dulce hogar donde se hallan las delicias inefables de la vida doméstica. Miraba a mi alrededor y todo era bueno. Cuando apartaba los ojos del libro podía ver a mi querida y santa esposa sentada con mi tierna hija Pilar en sus rodillas, encantada con las carantoñas de su madre; de fondo,en la penumbra, el árbol de Navidad encendido y algunas velas tímidas y temblorosas...
Era un anuncio de turrón, era la escena deliciosa del último estreno que en estas fechas tan entrañables (o señaladas) podrán ver “próximamente en esta sala”.
¿Qué cuanto duró este momento idílico? Yo que sé, supongo que cuatro minutos veintinueve segundos (pero ha quedado indeleble y para siempre marcada en mi retina).
 Al momento se escucharon gritos desgarradores y llegó la hora de los baños, (yo no quiero, primero Manolo, me pido el último) y las peleas (me ha destrozado el puzle), y se rompió una maceta y había que preparar la cena, (no me gusta el huevo frito, quítame eso verde, no metas la manga en el tomate, no te eches más kétchup) e irse a la cama (un ratito más, Santi me ha escupido, otro cuento, quiero agua). Es decir mi auténtica familia, la genuina, la verdadera.
La diosa Vesta, que momentos antes derramaba sus bendiciones sobre mi salón y sonreía cándida y benévolamente, se arremangó la stola y tropezándose con la túnica salió por patas como una exhalación.

3 comentarios:

  1. jajajajajaja, por un momento creía que esa era vuestra bendita cotidaneidad y me preguntaba a mi misma que estaba yo haciendo mal... vaya susto... No obstante, creo que la Diosa Vesta no sabe la dirección de mi casa, cuando la vuelvas a ver se la das por favor.

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    1. No sé si tendré otra ocasión, Cristina. Creo que se fue tan asustada...

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