El día se despide del mar con el beso del sol que en el
horizonte descansa levemente sobre la línea azul. Cuando la tangente entre
plano y esfera es perfecta se produce un instante de sosiego y sobrecogido el
mundo, callan las nubes, las olas y las
aves.
Entonces comienza a sumergirse inexorablemente.
La brisa mueve las olas y las gaviotas sobrevuelan oscuras
en bandadas que graznan sobre el mar de plata.
Unos muchacho juegan entre las ondas fúlgidas con un balón y se
perfilan sus figuras núbiles llenas de
vida sobre la tarde malva. Salpican su euforia adolescente y de repente
asombrados se detienen cautivados por el enorme fuego que termina de desaparecer
tragado por las aguas.
Manso el mar, calmo el aire, tibio el cielo entintado de
sangre derramada y oro derretido, se siente intensamente la existencia
fugitiva.
Bonita entrada y fotaza playera. He visto el bello ocaso muchas veces en esa playa, es maravilloso.
ResponderEliminarGracias por traerla.
Saludos.
Gracias. Un abrazo.
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