Tras la última carrera de caballos, que es un momento fugaz
de una hermosura inigualable, se levanta el viento y la playa se va quedando
vacía.
Es mi momento. En mi silla playera veo ocultarse el sol tras
la línea del mar y pintarse las nubes de todos los tonos del amarillo al rosa:
naranja, bermellón, malva, violeta, cárdeno.
Pongo en mi móvil un lieder de Strauss, un aria de Puccini, un
nocturno de Chopin… verdaderamente impagable.
Hoy estaba solo, casi solo…
Una última familia rezagada plegaba la sombrilla y recogía
los bártulos cuando la niña llego quejándose de que no encontraba las chanclas.
Eso fue el acabose.
Todos se pusieron histéricos como si la pequeña de seis años
hubiese cometido el mayor de los delitos.
Los gritos, las quejas, los insultos, las amenazas.
El sol se iba poniendo lentamente mientras veía al contraluz
moverse a la panda de ordinarios, padres, tíos y sobrinos, de un lado a otro y
vociferando sin cesar en busca de las puñeteras chanclas. Ellos pronuncian shanclas.
Tuve que apagar la música, era inútil.
El padre: No sabes la mala leshe que tengo por el cuerpo
ahora
Y se lo repitió tres o cuatro
veces con ira. La chiquilla se encara y le grita con todas sus fuerzas ¡¡¡que
yo no las he perdiooooooo!!!
La madre gorda y vasta: La huscha se va queda vasia. Eso lo
paga tú. No se te puede comprá na de marca!!!
La tía desde lejos: ¡¡¡dejarlo ya coñooo!!!
El padre: ¡¡¡pero cómo es que vas a la orilla y vuelves
descalza!!!¡¡¡ Que hija de puta!!! Y repetía-
no sabes la mala leshe que tengo dentro.
Mira y señalaba una foto del móvil -en la última carrera las
llevaba puestas- ¿Pero donde las metíoooo?
Miraban en las bolsas, escarbaban en la arena… ¡que no, que
no, que eso se lan llevao! - decía la tia gorda y embarazada. Voy a mirá en
esos montoncitos de arena donde las niñas han meao
Yo no daba crédito. Estaba junto a mi hijo Ignacio los dos callados
y asombrados en la penumbra. No nos queríamos ni mover.
La pobre niña (que debía estar acostumbrada porque ni
lloraba ni nada) se acercó -¿habéis visto unas schanclas der Betii?
En fin un despropósito. Me daban ganas de haberles dicho ¡¡¡tomad
el dinero de las dichosas chanclas y quitad vuestras sucias manos de mi sol!!
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