Recién restauradas, es verdaderamente emocionante verlas así, sin gente, como si nos hubiéramos colado en el propio taller del pintor justo antes de su entrega a D. Miguel de Mañara.
Moises haciendo brotar el agua de la roca de Horeb |
Multiplicación de lo panes y los peces |
El perro, la tinaja...
El cacharro de cerámica trianera, el agua...
El niño que trata de alcanzar la jarra de su madre, que bebe primero para poder calmar después a su hijo
La alegría de la niña de las trenzas es de una ternura increíble, las manos gordezuelas, el brillo del pelo, el lazo rojo, las sandalias... es un retrato intemporal de la ingenuidad infantil.
Y no, no es Goya en la Pradera de San Isidro, es el mismo Murillo en una pincelada suelta, magistral, impresionista que describe la multitud hambrienta en la lejanía.
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