La Sagrada Familia del pajarito. B.E. Murillo. H. 1650. Prado |
En la intimidad de la casa, en la paz umbrosa del taller, el
niño ha interrumpido al padre que ha dejado en un rincón los trastos de
carpintero, la sierra, el escoplo, la garlopa…
Un perrillo faldero le persigue, y él aprisiona un pájaro en
sus manos. Estaba herido, con el ala rota, y temblando. Se ha caído del tejado.
¡Corre, Jesús, corre a los brazos de tu padre!
Un padre siempre es omnipotente, es el refugio.
José ríe, lo acoge en el regazo. El perro se acerca y
ladra. Jesús se empina y levanta el brazo.
María está devanando el hilo y guarda todas estas cosas en
su corazón, estos momentos dulces de infancia que no vuelven. Serena, aparta la
mirada de la labor y sonríe a su vez.
Un soplo de aire refresca la estancia, un
soplo del Espíritu, que mueve la madeja y el hilo de la devanadera
Sobre la cesta, plegado, un lienzo blanco que María teje y reserva
con delicada tristeza. Aún no lo sabe pero recogerá, mañana, la imagen púrpura
de ese niño que hoy juega
El perro huye finalmente. Y Jesús muestra al padre el
pájaro, que ¡oh, ya no está herido! y escapa volando, revoloteando con gracia
entre los tejados.
Los tres, risueños, miran al través de la ventana como se
aleja… ay, sobre un monte.
Me parece una magnifica entrada, enhorabuena. A mí me parece que el impacto de este cuadro está en el pajarito precisamente...
ResponderEliminarEs uno de mis pintores favorito.
Saludos desde Sevilla.
Mari Carmen.
Muchas gracias. Este cuadro es un hito y creó escuela como todo lo de Murillo. Pero nadie logrará alcanzar la emoción sincera de este original, cuya técnica es además inigualable.
Eliminar