Me encanta este cuadro de Gozzoli. Habría que ver ese cortejo fascinante en vivo |
Manolito por Dios era una tienda que había cerca de casa, cuando mi
hijo Manolo precisamente, estaba en el carrito y era un bebe buenísimo y
precioso. Ha crecido y ha convertido el nombre de la tienda en nuestra frase
más recurrente.
Ayer de nuevo. Creíamos que la lección del jarrón lo había regenerado, pero no.
Bajo un momento- les digo. Y ahora
vuelvo.
Su madre estaba echando la carta
de los Reyes y yo necesitaba ultimar un regalo en la Casa del Libro.
Reyitas me llama mientras estoy
en una larguísima cola para pagar. (En
España debemos de ser cultísimos a tenor de cómo está la librería). ¡Papá, no
paran! ¡Manolo y Santi se están peleando! Desde la cola procuro no gritar por teléfono
- Que se pongan- Les reconvengo, les amenazo. Cuelgo. No he avanzado ni un centímetro
y otra vez suena el móvil. Siguen en sus trece. Me sulfuro algo más. Nueva riña
telefónica. Cuelgo.
A la tercera va la vencida.
¡Papá, me dice Reyes, no sabes lo que ha pasado! Me asusto. ¡Manolito ha roto el
cristal de la mesa con la cabeza de Santi! - Oh, Dios mío - ¿y cómo está la
cabeza? No parece que, literalmente, haya llegado la sangre al río, en este
caso de papel de plata. Dejo el libro, abandono la cola y regreso veloz.
Cuando entro están los dos
mustios y suaves como un guante. Santi con un chichón descomunal. ¡Veis! -grito
- ¡Esto es lo que pasa!
–No- me dice Santi -el chichón es
de antes, cuando Manolo cayó encima de mi y me di contra el suelo, lo de la
mesa es esto - y me indica una magulladura en el otro lado de la frente.
No me lo creo.
Les castigo. No vais a ver el
partido a casa del primo Jaime y cada uno a su cuarto. Además les amenazo. –¡¡Ya
veréis los Reyes!! Ni Clicks de Famovil, ni claks, !(Santi ha pedido la choza del
arbol, el Hospital, el camping…) ni botas de futbol, ni nada de naaada, ¡¡Carbón,
carbón para todos!!
Cada uno en un cuarto callan
compungidos.
Hoy me desayuno, como todos los
días, con el mejor acompañamiemto, el artículo de mi amigo EGM en el Diario de Cádiz,
que me llega por Facebook, donde, con
razón, indica lo contrario de lo que
hago. Y aunque como siempre la tiene, hoy discrepo, o más bien, miro el otro
lado de la moneda. Justo debajo, en Facebook, oh, casualidad, aparece este comentario de mi amigo AP, cuyos
blogs, sigo también con fruición y que paradójicamente, complementa lo anterior:
- El Anticristo, autor de El camino abierto a la paz y la prosperidad universal, razona así según Soloviev: «Cristo, que ha predicado y realizado en su vida el bien, ha sido el reformador de la humanidad, mientras que yo estoy llamado a ser el bienhechor de esta humanidad en parte enmendada en parte incorregible. Yo daré a todos los hombres aquello que necesitan. Cristo fue un moralista que dividió a los hombres según el bien y el mal, pero yo los uniré con beneficios que son... necesarios tanto para los buenos como para los malos. Yo seré el verdadero representante de aquel Dios que hace resplandecer el sol sobre los buenos y los malos, que hace caer la lluvia sobre los justos y los injustos. Cristo ha traído la espada; yo en cambio traeré la paz. Él amenazó al mundo con el terrible juicio universal, yo por el contrario seré el último juez y mi juicio no será sólo de justicia sino también de clemencia. Habrá justicia en mi juicio pero una justicia distributiva no retributiva. Distinguiré entre todos, pero
a cada uno le daré aquello que necesite».
Es cierto que los actos de bondad
deben perseguirse con independencia de sus consecuencias materiales, pero también es cierto que
el infierno existe, esto es el carbón, y aunque sea estupendo el dolor de contrición,
también es ¨válido” aunque imperfecto (la Iglesia es sabia y humanísima) el de atrición.
Así que les amenazo con las penas
del infierno, esto es el carbón, porque deben saber que los actos malos también
tienen consecuencias…
(Me admira esas leyendas
familiares donde se cuenta que esos tíos abuelos recibieron carbón hace 70 u 80
años por ser unos trastos. Los Reyes de entonces no se andaban con chiquitas.
Creo que hoy son, somos más blandengues)
Pero ahí no queda todo. Ni contrición,
ni atrición, el verdadero temor es otro…
Papá-me llama Manolito con voz
mustia desde debajo de las sábanas donde se oculta vestido y todo- a mi me da
igual que los Reyes me quiten todos los
regalos que sea necesario, pero por favor-suplica- ¡dile a mamá que no me riña!
Nota: Mientras escribo esta entrada, estoy sólo en casa con los tres pequeños, Manolo ya ha olvidado sus penas y, en pijama, ha estado continuamente jugando al frontón con la pala de ping- pong sobre la pared de encima del nacimiento o, cuando le reñía, con la de enfrente, sobre los cuadros y los jarrones... Dejo de escribir y le doy a publicar antes de que tenga que escribir otra con nuevas "aventuras"...
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