Mi admirado Antonio Burgos, que conoce y escribe de Sevilla
como nadie, en su artículo del pasado sábado http://www.antonioburgos.com/abc/2016/04/re040916.html
habla del “postureo” de la Feria. Y dice
bien, porque la Feria de Sevilla es un puro postureo.
Dice textualmente el maestro: Es un trampantojo de la riqueza, de la elegancia, del poder, de la
virtud. Una estafa. Pero con arte.
Y esto es verdad, pero ese “con arte” es lo que la salva.
Más que una estafa, yo diría que la Feria es una ficción. Una bellísima
ficción.
La Feria de Sevilla es una convención en la que todos los
que vamos nos ponemos de acuerdo para decir que “la vida es bella” y merece la
pena. Como estoy convencido, por razones sobrenaturales, y más ahora en Pascua
de Resurrección, de que esto es verdad, no me parece falso, me parece de lo más
correcto fingirlo, que como ven ustedes, no es un fingimiento sino un “rompimiento
de gloria”.
A la feria, a diferencia de otras fiestas no se va a ver nada, se va a estar y pasarlo bien, de
modo que se sabe de antemano que no hay ninguna excusa que justifique el ir, si
no es para estar con buen ánimo.
Me
explico, a las Fallas, a los San Fermines… se va a hacer o contemplar algo.
Bien puedo estar triste e intentar entretenerme con la cremá o viendo a los mozos
correr. No digamos la Semana Santa, en la que el espectáculo pasa ante nuestros
ojos y consuela y conforta.
Pero en la Feria, no. En la Feria, si estas triste te quedas
en tu casa, porque nada hay que justifique estar sino es el hacerte cómplice de
esa ficción de que vivimos en el mejor de los mundos.
Las casetas, los caballos, los trajes de colores, los
lunares, las flores... Hay que ir bien vestido, porque hay que aparentar que la
belleza triunfa sobre lo deforme, que acordamos
que no existe.
Bendita ficción, que nos aleja, aunque sea por unos
momentos, de lo cutre, lo antiestético, lo indecoroso, lo sucio y lo grosero, de
ese “feísmo” tan en boga hoy en el arte y la vida y que además es inmoral.
Bendita fiesta que nos une en el esplendor, la finura y la
gracia, que tanta falta hace.
Y por último, con la clarividencia que otorga la copa de vino de Jerez, de ese oro viejo, como el albero
nuevo de las aceras que flota en el ambiente, yo os invitaría a todos a adentrarse en este sueño calderoniano de la Feria.
Excelente. Me han pasmado las coincidencias con mi artículo de mañana, que va de la feria de Sevilla, pero sin ir. El tuyo es mucho mejor, por tuyo y porque es yendo.
ResponderEliminarGracias, Enrique. Yo espero que, en viniendo, escribas uno de tus insuperables artículos...
ResponderEliminarCuando me jubile, creo que te lo dije, parece mentira, el año pasado por estas fechas.
ResponderEliminarUn abrazo