Para nuestra salud mental siempre viene bien pararse. Ayer (cómo un paréntesis en el tráfago diario) tuve la suerte de asistir a la lectura de poemas de Pablo Moreno, Paco Gallardo y M. Eugenia Reyes. Incluso bajo la lámpara gigante, la noche se puso íntima como una pequeña plaza, y no se aplaudió entre poemas, lo cual, a pesar de los poetas, impidió romper el hechizo. (Wagner ya prohibió hacerlo en sus largas obras)
Hoy más a las siete en la Casa de la Provincia, y los próximos jueves y viernes.
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