Esta tarde he recordado los países fronterizos con Bélgica, lo que es un diagrama de Behn, qué espanto esos "conjuntos" y demás historias semejantes que aprendimos en EGB y que nunca sirvieron para nada... las tablas de multiplicar, el Génesis, inglés y música... Ah, y correr tras Pilar que está aprendiendo a montar en su nueva bicicleta.
A Santiaguito he tenido que calmarlo cuando se ha puesto a llorar y gritar porque no le daba tiempo de hacer "tantos" deberes. Mientras Reyes sacaba la ropa de invierno, montañas de bolsas bajadas de los altillos, las camas repletas de cajas, zapatos, chubasqueros, abrigos... me puse con él. ¡Por fin hemos terminado!
Pilar no tenía que hacer nada y se "aburría" dando la lata. Se puso a leer un cuento a mi lado, pero como lee en alto, su hermano se quejaba y según decía se "desconcentraba" al hacer las sumas y las restas...
Ahora vienen los baños y la cena. La ropa sigue pululando por todas partes, precisamente como las aves y los peces del Génesis.
Como la música amansa a las fiera puse de fondo a Vivaldi y Gluck. Con la famosa pieza de flauta del Orfeo y Eurídice parece que llegó la calma.
Fuera llovía. Encendí una vela. La apagué cuando vi que Pilar trataba de "calentar" la envoltura de un paquete de gusanitos vacío. La encendí de nuevo.
La plaza estaba vacía y gris. Los canalones de la Iglesia del Salvador resonaban furiosos sobre las losas de granito. Parecía el edificio como un gran animal prehistórico, sobrecogido, encerrado en sí bajo la gran cúpula, reguardándose de la tormenta.
Ahora llueve tenuemente, el suelo de la plaza vacía espejea con las luces de las farolas tristes y las sombras de los viandantes que huyen bajo los paraguas. Los niños cenan albóndigas. Están todos bañados. Manolito se acerca peinado, descalzo y en pijama y me dice que "choque" las manos. Oigo estrellarse el cuenco de melocotones en almíbar de Pilar contra el suelo de la cocina y la bronca de su madre. Manolito viene de nuevo, ¡con el pijama lleno de manchas!
Queda acostarlos y subir, en equilibrio inestable sobre las escaleras de mano, algunas bolsas con la ropa de verano ya recogida y trufada de alcanfor a los armarios...
Espero que después siga lloviendo y podamos Reyes y yo sentir el sonido del agua tras las ventanas, sentados tranquilitos en el sofá.
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