Es absolutamente necesario, para nosotros, occidentales de herencia grecorromana, de esta cuenca del Mediterráneo, acudir a las fuentes primigenias sin aditamentos, sin intermediarios, no a través del prisma renacentista o neoclásico, no por fotos o manuales, si no así a pelo, del tirón, enfrentarse con las piezas únicas, inefables que nos invocan.
Cómo se da uno cuenta de que lo lleva dentro, de que es nuestro origen más íntimo, de que nos reconocemos en ellos.
La exposición es sobrecogedora, emocionante.
La belleza prístina, transparente, pura.
Fotos de la web de Caixaforum. Crátera de figuras rojas. Ifigenia. 360 a C. |
Atleta. Copia romana de un original griego del 300 a C. |
Los pliegues de la Niké dibujando la silueta de la victoria, el cuerpo humano como ejemplo sublime del canon y la perfección armónica y hermosa (¡cómo no han de resucitar!).
Niké alada. Halicarnaso. 100 aC. |
En fin no hay adjetivos, no tengo palabras para expresar la
conmoción que supone enfrentarse a estas obras supremas de la excelencia
humana. Es como volver a casa, regresar, reconocerse.
No nos damos cuenta hasta
qué punto somos Grecia hasta que tienes esta experiencia directa. No es lo
mismo lo egipcio, lo persa, las Pirámides, los Arqueros de Susa... no. Podemos
admirar ilimitadamente esas obras, pero mantienen un atisbo de ajenidad. Estas
que ayer contemplé, no. Son tuyas, tuyas irremediablemente. Nos pertenecen.
Vayan a la exposición, no se la
pierdan, no se pierdan, búsquense, descúbranse...
Figuritas de Tanagra, tan de moda en su época 300 aC. como en la era victoriana en que se redescubrieron y causaron furor. |
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