Pilar lleva un pijama con el
dibujo del cuerpo de una princesa de Disney, solo hasta el cuello, ya que la
cabeza es la de ella. El de Santiago es de sheriff, como si fuera Woody el de
Toy Story, ambos heredados de sus primos, o amigos nuestros, con hijos a los que
se han quedado pequeño.
Saltan en la cama hasta que les amenazo
con irme. Manolito, aunque es “mayor”
viene como quien no quiere la cosa a escuchar el cuento y Reyitas, aunque teclea en el móvil, hablando con amigas a las que acaba de ver, también pega el oído.
No entienden la palabra atizar el fuego, ni tomar las de Villadiego, ni otras muchas. Me detengo y les pregunto.
Acostumbrados al cole, levantan la mano para contestar. Pilar se enfada porque
Santi contesta sin que le den el turno. Las respuestas sonde lo más peregrinas.
Cuando termino con Pulgarcito,
rezamos, aunque suelo hacerlo al revés, primero las oraciones y después, el
cuento.
Santi y Manolo están bastante
nerviosos y se van a su cuarto riéndose y dando saltos. Estoy seguro de que
tendré que utilizar la zapatilla.
Me siento en el salón. Los niños
han ido a molestar a Pilar.
Esta se mosquea y grita ofendida-
Papa, que los niños no me dejan dormir, y yo mañana tengo una excursión-
¡Ah, una excursión, cosa
importante! Sus hermanos se parten de risa.
Me levanto y digo en voz alta-
Por favor dejad a vuestra hermana dormir, que mañana tiene una excursión- Pilar
se siente reconfortada, y sus hermanos redoblan las carcajadas, junto con las mías
que trato de que Pilar no escuche.
Por supuesto me quito la
zapatilla y corren. Manolo debajo de la manta recibe una buena tunda - toma,
toma, toma- le voy dando por todo el cuerpo. El es un revoltijo de risas
temblonas.
Desde la cocina, Reyes me riñe: ¡es
que tú eres peor que los niños!
Cuidado con contar lo de la zapatilla, Ignacio: te arriesgas a que un fiscal inquisidor te quite la patria potestad.
ResponderEliminarPues que venga él a acostarlos con "mimos y caricias"...
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