Que Lutgardo era un gran poeta ya lo sabíamos. “Lugar de lo sagrado” lo confirma.
Lutgardo ayuda a la vida que vibra en lo escondido y como alumbra vidas, alumbra versos llenos de vida.
De una vida sencilla e íntima, que es la verdadera. Con un lenguaje claro y limpio que es el más difícil.
Algo tan vulgar como comer caracoles nos descubre las indias orientales o sajar la sandía se convierte en un sacrificio silencioso donde la boca deshace las nieves inyectadas en sangre.
Nos introduce en la boca de la Verdad paseando por Roma o Casablanca o juguetea con los personajes velazqueños del Prado.
Su abuelo, su madre, su esposa, sus hijos… A través de imágenes sorprendentes, tejiendo complejos y a la vez sutiles encajes de palabras, sin alardes, nos lleva el poeta al centro del mundo, al ecuador de un globo terráqueo sin islas, donde está el lugar de lo sagrado que todos queremos alcanzar y que tras leer este bello libro, podemos lograr.
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