Había terminado de recoger la cocina, se había quitado el uniforme y las lágrimas recorrían su lindo rostro de diecinueve años como si de una dolorosa del barroco sevillano se tratase.
El niño que la sorprendió salió precipitadamente lleno de asombro y tristeza.
¿Qué podía hacer sufrir así a la dulce muchacha?
"Siempre me voy a enamorar de quien de mi no se enamora"... a través de las ondas, desde la habitación de servicio, llegaba la voz aflautada y melancólica de Camilo Sesto.
Bueno, Camilo Sesto me devuelve a mi adolescencia. A mi pesar, como otros muchos. En fin.
ResponderEliminarForma parte de nuestra memoria sonora...
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