El obispo de Salamanca dice con
gran sensatez que los capataces de los pasos de allí no hagan el payaso imitando
el acento andaluz y la gente de aquí, de Sevilla, se lleva las manos a la
cabeza, en lugar de exigir que los capataces de aquí tampoco hagan el ridículo.
Déjense de usar los llamadores
para dar pseudo pregones floridos, las más de las veces de una cursilería
patética. Dejen de exagerar su acento andaluz cerrado, si usted
como abogado no lo usa en sala, o como médico jamás habla así a los pacientes. Limítense a llevar los pasos con devoción, con
decoro, con naturalidad y con sencillez, sin protagonismo. Por favor, no hagan
teatro porque los capataces y costaleros de hoy ya no son los desaparecidos cargadores
del muelle.
Las manifestaciones de este señor son hijas de la carencia tanto del respeto como de la más profunda y evidente ignorancia. Se retrató y recibió el rechazo y censura de la sociedad.
ResponderEliminarUna estupenda entrada, sigo tu blog porque me encanta, enhorabuena.
Saludos afectuosos.