Ayer asistí a la Gala In, que la Fundación Sifu celebró en Sevilla. Se trata de un espectáculo en el que participan discapacitados.
Fue emocionante y conmovedor. La capacidad de superación del ser humano es increíble. La presentadora una joven, muy guapa, con un vestido de gala, no tenía brazos y le faltaba una pierna (esto no se le notaba pues lo cubría el elegante traje que llevaba). Aún así presentó con una naturalidad y profesionalidad asombrosa. Cómo ha llegado a superarse para estar ante dos mil personas en el teatro Maestranza dirigiendo una Gala como si tal cosa es algo que escapa a mi entendimiento y me admira, me asombra y me emociona, claro.
Un niño autista tocó una pieza de Bach maravillosa y un joven en una silla de ruedas sin movilidad prácticamente acompañó una pieza musical tocando con la mirada a través de una pantalla de ordenador.
El trabajo, el esfuerzo, el tesón, la voluntad aquilatada sin desesperarse dice mucho de la grandeza de estas personas y de los que las ayudan y acompañan. Sale uno transformado y esa es la misión de esta Gala. Los vídeos en los que los artistas se explicaban, una con ELA, otro sin dedos...era lo que permitía descubrir la discapacidad, porque el espectáculo era de tal calidad que no se podía distinguir si una bailarina era síndrome de Down o la pianista era casi ciega.
La paradoja que se me vino a la mente es cómo una sociedad que hace estas maravillas y apoya la integración de personas consiguiendo estas cotas de belleza y hermandad a la vez permite (y casi incentiva) que estas mismas personas no nazcan permitiendo el aborto terapéutico hasta pocas semanas antes del nacimiento.
A todos los que apoyan ese crimen yo les llevaría a ver este espectáculo y a estos artistas para que pudieran mantener la mirada firme ante cualquiera de ellos y decirles después que ellos no sirven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario