Está la tarde lánguida. No se acaba de ir la luz que
remolonea en la pared encalada, se refleja en el cristal de la ventana y me
hace cerrar los ojos. Hay un silencio denso mientras el sol desciende este
domingo. La plaza esta extrañamente vacía, bajo los toldos pasean personas
solitarias, algunas en pareja, como notas musicales unidas, salpicadas en un
pentagrama.
Manolito ve el fútbol, la final de la Eurocopa sub 21. Por
ahora España vence. Reyitas se va a dar un paseo con una amiga. Ignacio está
concentrado en Trasona preparándose para los mundiales de Rumanía. Los pequeños juegan con el dichoso móvil y Reyes trastea con
grandes bolsas de ropa sopesando qué tallas les vienen bien a unos y otros para
este verano.
Abro el libro, lo cierro. Me aburro, demasiada tranquilidad, y deseo que algo ocurra o al menos oscurezca,
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