Lleva un vestido que era de su madre cuando tenía su edad,
de rayas azules y blancas y una cola de caballo con un lazo y unas manoletinas
blancas. El típico aspecto de niña buena.
Venimos de misa y conectan en el bluetooth del coche las
canciones de moda.
Tararean todos: nos
quedamos en la cama sin pijama, sin pijama, y repiten todos… sin pijama, sin pijama
Ya me incomoda la dichosa canción, pero mi horror no tiene
límites cuando, con toda la ingenuidad del mundo y el mayor desparpajo, continúa
cantando, los mayores se callan prudentemente:
Siempre he sido una
dama, ¡¡¡¡pero soy una perra en la cama!!!!!
Apago inmediatamente. ¡¡¡Esto se ha acabado!!!
¡Los mayores se parten de risa!
Y digo yo, qué podemos esperar de tal degeneración.
Bueno, ahí lo tenemos, antes de ayer sin ir más lejos, unos
niñatillos, quinceañeros, tumbadas ellas, en bikini, sobre ellos, en mitad de
la playa sin pudor y sin vergüenza.
Después que si el no
es no, el respeto a la mujer, etc. de esos polvos vendrán esos lodos o
viceversa…
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