viernes, 25 de mayo de 2018

ADRIANA LECOUVREUR



Nunca había escuchado en directo ni completa la ópera Adriana Lecouvreur de Cilea, hasta esta semana. Me pareció bellísima. Una partitura con gran protagonismo orquestal, muy en la línea del verismo de principios de siglo XX. Es la única obra del compositor que se sigue representando, lo cual indica que lo que tiene calidad sobrevive y verdaderamente la tiene.
Ainhoa Arteta me fascinó. Tiene un dominio vocal increíble y una claridad que no le conocía de otras veces. Es una gran soprano, una de las mejores y con razón. También me resulto muy adecuado al papel el tenor rumano, Teodor Ilincai, con una voz  potente y ligera a la vez.
El bajo y la mezzo espléndidos y Halffter dirige con maestría inigualable una pieza orquestal que exige gran delicadeza.
La escenografía, gracias a Dios, era tradicional y nadie iba vestido de nazi o de punki ochentero. Las damas eran damas del XVIII y en los palacios pendían lámparas de araña que parecían lámparas de araña.
El final (muy a lo Traviata) cuando ella muere envenenada por los efluvios de un ramito de violetas (el verismo del argumento, como se ve es escaso, aunque está basado en una historia parece que real) fue verdaderamente emotivo. Tuvieron la feliz iniciativa de no ir cerrando el telón a medida que se acababan los últimos compases, lo cual retuvo a los impacientes que aplauden antes de tiempo y disfrutamos por tanto de la última nota y del instante de silencio, único, impactante, que queda cuando calla la orquesta justo antes de las palmas fervorosas.

Esta noche hay un coloquio que organiza la ASAO con la Arteta. Os invito a asistir. Seguro será muy interesante. Ya contaremos.


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