Como no fue mi madre, que es bastante crítica y me dice todos los defectos, no supe como estuve. Tampoco Reyes, al menos eso creí. Llegó al principio y se fue cinco minutos antes.Yo no la vi pues la sala estaba todo a oscuras y un foco sobre mi mesa me deslumbraba. En casa me sorprendió al decirme que sí estuvo. Con lo cual le pude preguntar si no había sido demasiado aburrida o me había visto demasiado pedante. Ni lo uno ni lo otro. Como cuando es al revés me lo dice, me quedé más tranquilo.
Estuve una hora y casi tres cuartos hablando de Falstaff. No es así realmente, sino me hubieran echado a patadas, hay que contar con que en estas conferencias se escuchan extractos musicales , vídeos y se proyectan imágenes, que acompañan al texto.
De antemano me resulta difícil encontrar el tono porque el publico puede ser de los mas heterogéneo. En principio pretendo sea una conferencia divulgativa, una aproximación a la ópera, para cualquiera. Pero hay que pensar que pueden asistir aficionados muy entendidos a los que no les puedes defraudar con banalidades. Si se contenta a estos se puede aburrir soberanamente a los otros y viceversa, de ahí que haya de conseguir un equilibrio complicado.
Al avezado no le cansa escuchar unos segundos de un aria cinco veces seguida interpretadas por cinco barítonos distintos, es más incluso por el mismo en diversas grabaciones, pero al que no lo es, le resultaría infumable.
Falstaff es una opera con cierta dificultad en el sentido de que es un continuo musical sin números cerrados, es una genialidad de Verdi y quizá, al ser su ultima obra, la más perfecta técnicamente, pero por ello menos accesible en un primer acercamiento.
Sobre el personaje de Falstaff habría mucho qué decir. Ha cautivado a muchos, empezando por la reina Isabel I de Inglaterra que dicen instó al escritor a continuar con sus aventuras, a Orson Wells con sus Campanadas a Medianoche,
o a Harol Bloom, que lo venera,
Yo no puedo estar de acuerdo con éste en que Shakespeare lo prefiriera al príncipe Harry reformado. Falstaff no deja de ser un patán, aunque simpático y sobre todo, he ahí lo que lo redime, de una ingenuidad asombrosa.
Ciertamente Falstaff es un personaje, el último de una Inglaterra aún católica, que no tendrá cabida en la puritana posterior. Shakespeare, cripto catolico según parece, es comprensivo con las debilidades humanas, confesables, consecuencia de la caída.
Vimos varias versiones con escenografías fieles al libreto y otras de recreaciones transportadas al Londres de los cincuenta o a la época de entreguerras.
Abrí mis intervención con una recreación del día del estreno, 9 de febrero de 1893, acompañada de fondo con el canto de la escena de las hadas e imágenes (power point) de la Scala de Milán, pinturas de damas del XIX , fotos originales de Verdi y su familia...
Cerré con la fuga final, única, genial de la obra, la ultima carcajada de Verdi. Los aplausos, lógicamente, fueron merito de él.
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