Hasta estuvimos a punto de cambiar de colchón hace unos años. Unos dolores de riñones mi mujer y yo... Ya debe estar viejo, nos decíamos.
Fuimos a ver los nuevo Pikolín y Flex al Corte Inglés, pero al final no nos decidimos. De pronto, hace cosa de un año y medio o así, nos dimos cuenta de que estábamos curados tras catorce largos años con la espalda hecha polvo.
Pilar, la quinta y última, había cumplido los seis años y ya no teníamos que estar todo el día cogiendo niños en brazos. Niño para arriba y para abajo todo el santo día...
Me he acordado ahora porque tras el fin de semana arreglando la azotea, cargando sacos de tierra, macetas de aquí para allá, instalación de riego por goteo en posturas inverosímiles, ha vuelto el dolor de espalda, estoy baldado, como se suele decir, deslomado, (eslomao aquí en el sur).
Ya sé que no tengo que cambiar de colchón, sólo mirar crecer las flores sentado en la butaca, como, ay, han crecido los niños...
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