El domingo estuve de nuevo en el patio del Hospital de la Caridad, una de las instituciones más auténticas y hermosas de Sevilla. Siempre me fascinan las placas marmóreas que jalonan las paredes. Traigo a aquí una de ellas, maravillosa, que a pesar de la superioridad moral con la que la lee el visitante del siglo XXI, muy bien nos vendría a todos borrarnos la sonrisita displicente y aplicarnos sus consejos, eternos como el mensaje cristiano, porque claro que debemos seguir conduciendo el perol de la sopa y distribuir el pan de los pobres, hoy se llama acudir a las periferias, y dar gracias, y orar y pedir perdón y qué decir de sujetar la ira y la impaciencia...
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