Manolito, ilusionado y algo nervioso, coloca el dedo en el aparato de las huellas dactilares. El derecho primero, le dice el funcionario. Ahora el izquierdo, y le presiona el índice, que aún usa frecuentemente para pasmarse con asombro ante las cosas ordinarias. Ya no se manchan de tinta los dedos con el nuevo sistema digital. Después, momento crucial, cuidadosamente estampa su firma, que lleva ensayando toda la tarde del día anterior, por primera vez en su vida.
Le entregan su flamante documento nacional de identidad que necesita para federarse en no sé qué torneos de fútbol.
Ya tiene un número: el 29 millones, 5,5,6, etc. que será... para siempre.
Ya tiene dni mi ahijado? Vaya personaje!
ResponderEliminarEsta mañana aburrida.en el autobús he entrado en tu blog por primera vez. Es genial! He estado toda la tarde enganchada, me he leído todas las entradas desde verano para acá. Aunque me conozco cada brecha, cada punto y cada ocurrencia es más divertido contado por ti. Me he convertido en tu fan!
ResponderEliminarMuy aburrida tenías que estar...Desde luego, nadie es profeta en su tierra. En todo caso gracias querida fan.
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