Ya parece que hay cierta apertura, hoy hemos salido con los dos más pequeños, menos mal que ya los han equiparado a los perros. El paseo por una Sevilla solitaria, dentro de la tristeza por la calamidad, no deja de tener una gran belleza al estar solo para nosotros. Las plazas mas turistificadas sin nadie, las calles más típicas en soledad... Ello te permite percatarte de detalles que en el maremagnum de gente es imposible.
Ayer montamos nuestra caseta y tomamos el pescado tradicional. Los vecinos estaban todos en los balcones y habían colgado guirnaldas y farolillos. A pesar de que hay miles de muertos, estos momentos sirven para olvidarse un poco de esta triste situación y sentirse un poco hermanados en la desgracia colectiva. La situación crítica de un gran amigo la llevo como un peso, aunque afortunadamente ya hay visos de esperanza. Pensar cómo estaría Sevilla esta noche y todo lo que se ha perdido es duro. Realmente se sobrelleva con bastante dignidad, no hay feria y no pasa nada, hay cosas peores y miles de familias desvastadas, pero la procesión va por dentro. El sábado llaman al telefonillo, uno sobresalta ante la falta de costumbre. Un mensajero trae de regalo una caja de manzanilla, unos catavinos y varios farolillos, y entonces me emociono y salen como en un borbotón esas carencias, esas pérdidas menores, que parece que tenemos asumidas pero...uff, realmente es mucho a lo que todos hemos renunciado.
Hemos tenido la gran fortuna de recibir la comunión, lo cual es una suerte insólita en estos tiempos de catacumbas. La emoción ha sido muy grande.
Ayer cayeron varias jarras de rebujito y sevillanas y pescao frito, esta mañana temprano tras la comunión hemos desayunado churros y después el paseo.
La reclusión se sobrelleva así mucho mejor.
Magníficas fotos. Quizás a partir de ahora sea más fácil caminar por Sevilla.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias. Es inaudito verla asi. Distópico. Gran abrazo.
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