Tras la puerta tachonada el silencio.
Queda fuera el ajetreo mundano, el trasiego de turistas. Tal hace más de cuatro siglos tiemblan las candelas alrededor de la Custodia y temblamos también nosotros.
Oscuridad, penumbra, sosiego, oración. Un olor a cera, incienso, jazmines del compás invade la atmósfera callada.
Está abierta la pequeña celda donde se exponen los objetos que usó la madre Teresa, sencillos, humildes, encantadores como ella y el único retrato de una mujer que a sus 61 años aún tiene el resabio coqueto de considerar que no le hace justicia.
NADA TE TURBE
NADA TE ESPANTE
DIOS NO SE MUDA
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