jueves, 16 de enero de 2014

PACÍFICO: España y la aventura de la Mar del Sur.

http://www.mecd.gob.es/exposicion-pacifico/presentacion.html;jsessionid=76F49F7109A3111CC681BA6320154846

Asombro y admiración es lo que siento cuando regreso de visitar la exposición del Archivo de Indias. El descubrimiento de América y la exploración del Pacífico por parte de los españoles fue una odisea incomparable, única en la historia y desgraciadamente casi desconocida para los españoles de hoy.
Cuando se nos muestra el mapa del mundo con las rutas descubiertas entre Acapulco y Manila, inverosímiles, peligrosísimas, realizadas en penosas circunstancias y con medios técnicos escasos, uno no puede menos que preguntarse cómo pudieron. E iban y venían, de España a America, a Asia, otra vez de vuelta…batallas, luchas, hambres, enfermedades, escorbuto,
Y a la vez que se colonizaba un inmenso continente recien descubierto, América, se quería seguir con la ruta hacia las islas de las especias, Las Molucas, y se descubre y atraviesa un océano desconocido, el Pacífico y a la vez desde la Península se luchaba en toda Europa, y Flandes, y Nápoles y el Mediterráneo. ¿Pero cómo se pudo llevar a cabo tal cúmulo de hazañas en tan poco tiempo y simultáneamente? De donde salió tanta gente y con ese impulso, esa valentía, ese espíritu…
La vida de cualquiera de los miles de personas que embarcaron a Ámerica dan para rellenar cientos de páginas novelescas y multitud de películas. Del Oeste americano nos lo sabemos todo y de nuestra epopeya magnífica y grandiosa nada. Eso sí, la leyenda negra de las aberraciones cometidas con los indios (que las hubo, porque el mal siempre campa a sus anchasen cualquier actividad humana) late perennemente en el imaginario colectivo y sale a relucir a cada momento.¡ Ahí nos la han colado pero bien! Pero de la grandeza y la heroicidad, del sacrificio y el valor nada.
Basten unas palabras de la reina Isabel dirigidas a Colón para despejar dudas sobre la filosofía de la Corona al respecto del trato a los indios: “de aquí en adelante traten muy bien y amorosamente a los indios, sin que les hagan enojo alguno” y en el codicilo del testamento de la misma: “Suplico al Rey mi Señor y a la dicha Princesa mi hija y al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan y que este sea su principal fin y que en ello pongan mucha diligencia y no consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados; y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean”.
Adoptar esta postura en una época en la que la mentalidad esclavista estaba a la orden del día es loable, admirable y digno de elogios. No conozco otra nación de la época o posterior que pueda ufanarse de algo así. Habrá que esperar casi cuatrocientos años para que se dirima la cuestión de la esclavitud en Estados Unidos y la respecto de la consideración de los ingleses con respecto a los autóctonos de sus colonias en siglos posteriores, mejor ni hablar…

Esto es sólo una parte de las elucubraciones a que me ha llevado esta visita pero habría mucho que hablar de las maravillas que hay en ella, como el original del Tratado de Tordesillas, o la Bula inter Etcetera de Alejandro VI, o cartas manuscritas de Nuñez de Balboa, o porcelanas Ming extraidas del pecio del Galeón hundido San Diego…
Las anécdotas sobre la vida los aventureros, héroes y descubridores de entonces, Magallanes, Elcano, Urdaneta, Legazpi, Isabel Barreto, la primera y única mujer Almirante, (con un carácter que se las traía) Arias de Saavedra, López de Salcedo, Fernandez de Quirós, Gómez de Espinosa…dan para estar escribiendo cien días seguidos…
Concluyo con una referencia al momento cumbre del descubrimiento del Pacífico:
«De pronto, como a eso de las diez de la mañana, uno de los indios que servían de guía se volvió hacia el jefe y le señaló con el dedo una cresta pelada. [...] Balboa mandó entonces hacer el alto. Y luego, ante la expectación ansiosa de sus hombres, continuó subiendo solo hacia la cumbre señalada. De improviso lo vieron clavar la vista en el espacio, quitarse el sombrero empenachado y caer de rodillas, en uncioso recogimiento [...] Con lágrimas de gozo estos endurecidos aventureros abrazaron a su capitán y juraron seguirle hasta la muerte. El padre Andrés entonó un "Te Deum Laudeamus" y las voces de los soldados, ennoblecidas y puestas al unísono con la grandeza del momento se elevaron solemnes aquel glorioso domingo [...] Entonces con voz estentórea y temblante de emoción, Vasco Núñez de Balboa anunció a todos los vientos que tomaba posesión de aquellas tierras bañadas por el mar del Sur en nombre de los soberanos de Castilla. Y mientras algunos soldados daban gritos y vivas de contentos, otros se pusieron a cortar un gran árbol, hicieron con él una cruz, grabaron el ella los nombres de los Reyes Católicos y la clavaron con los brazos extendidos hacia los dos océanos» (Méndez Pereira)
Por eso, y no sólo porque gane la selección, es por lo que muchas veces me siento íntimamente orgulloso de ser español.

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