jueves, 1 de marzo de 2018

Gracias, Monseñor.

Nunca había entrado en la capilla privada del arzobispo de Sevilla hasta ayer, con motivo de una misa de difuntos.
El retablo destaca por la imagen espléndida de la Inmaculada, arrodillada, de Cayetano de Acosta, en una iconografía poco habitual, con una paloma en el pecho y Eva dibujada por Espinal sobre la esfera del mundo que está a sus pies.
La nueva Eva vencedora del pecado.


Las fotos que hice están tan mal que he cogido estas de internet.


La misa fue íntima y profunda.
El arzobispo al terminar nos instó a que rezáramos por las vocaciones, nos dijo que hay escasez de sacerdotes y puso como ejemplo los 80 que existen en la actualidad para todo el País Vasco (normal, digo yo, tras ver como ha actuado la iglesia vasca en los últimos decenios).
También expreso su deseo de que no olvidásemos rezar por España: Se trata de un deber derivado del cuarto mandamiento -insistía- honrar a los padres, y la patria lo es. Rezad por la unidad de España, la unidad de España es un valor moral por el que hay que pedir.

Frente a tanta tibieza en otros territorios se alegra uno de tanta claridad.

Subir por estas escaleras impresionaba...

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