viernes, 31 de agosto de 2012

Mis lecturas de Agosto ( II )

Comencé ayer diciendo que no había leído vorazmente este verano. Y me explico. Será que con la edad se va uno haciendo más exigente (en el mejor de los casos) o será que nos percatamos de que el tiempo es limitado y ya queda menos (en el peor de los casos) y por ello seleccionamos más. El hecho es que antes leía todo lo que caía en mi mano con voracidad depredadora, sin darme cuenta que el libro mediocre me privaba de el espacio temporal de otro mejor.
Con 18 años tiene uno todo el tiempo del mundo por delante para leer toda la literatura universal, y unos larguísimos veranos de tres meses, ¡umm!. Pero, ay, no es cierto. Con cuarenta nos percatamos de que a tantos libros por día sólo podríamos leer determinada cantidad en un número de años. Mejor no hacer la cuenta, da pavor saber cuántas obras maestras no vamos a perder (al menos aquí) y eso si sólo dedicases el tiempo a lo excelente.
Por otra parte, no he encontrado últimamente y a eso me refiero también, esa sensación única de tener entre manos esos novelones que leía con fruición hasta las tantas y nunca se acababan, esos tomos maravillosos como Guerra y Paz, o la Regenta, o Fortunata y Jacinta o Ana Karenina o Rojo y Negro o los Miserables o… esas piezas decimonónicas que no podías dejar hasta que, colmado de nuevas aventuras y experiencias, agotabas su lectura...

Es cierto que ahora, matizas más, reflexionas más y se consiguen momentos preciosos de íntimo placer, que suplen aquella pasión. Váyase lo uno por lo otro.

Retomando el repaso que ayer comencé: La Carretera, sí, un buen libro. A pesar de la espantosa desolación en que se desarrolla, nunca se pierde la esperanza. No conozco al autor, pero a pesar de su aparente pesimismo, noto ese fondo de bondad que sabe encontrar en lo profundo de las cosas. No es una novela de estas que ahora se estilan en la que no hay resquicio para la certeza. En la que nada es bueno ni malo, justo ni injusto, cierto o incierto, sino que todo se tiñe de la negra tinta, el lúgubre paño de la relatividad más absoluta. No, no, como en las buenas películas del Oeste parece, me ocurrió también con su otro libro, que al final, aunque tenuemente, se oyen, a lo lejos, las trompetas del Séptimo de Caballería.

Una de cal y otra de arena… No pude continuar con la lectura de “Los Enamoramientos” de Javier Marías. No sé qué me pasa con este autor, pero no consigo engancharme a sus libros. Mira que me leí hace años sus primeras obras con relativa calma, “El corazón tan blanco”, “Mañana en la batalla piensa en mí”… pero ya no puedo. Me compré la trilogía “Tu rostro mañana” con gran ilusión y ahí la tengo sin poder pasar de los primeros capítulos. No encuentro sugestivo más que el título. Con su última obra me ha ocurrido igual y conste que la trama empieza bien, pero esas reflexiones continuas en primera persona,  hilvanadas unas con otras sin descanso me hastían hasta el infinito. No diré yo que no tenga un estilo personalísimo, ni que no escriba bien, pero para otro, no para mí. Al menos por ahora…
Continuará…

jueves, 30 de agosto de 2012

Mis lecturas de Agosto I

Aunque no he leído vorazmente, si que puedo destacar algunas muy buenas lecturas entre ola y hola este mes de agosto:
Compré dos joyas por la módica cantidad de 18 euros, recomendado por Enrique García-Máiquez; Elena o el Mar de Verano de Julián Ayeste, para mí un perfecto desconocido. Esta breve novela, (qué lástima, se queda uno con las ganas de leer 500 páginas más) es encantadora, de un lirismo extraordinario. Es la visión del niño que descubre la vida, el amor. Nos retrotrae a nuestra propia infancia y al asombro inmaculado ante las cosas. Las personas mayores, las comidas familiares, los largos veraneos,  la desolación del pecado, la alegría del primer amor, el sol entre los manzanos o reflejado en las copas semivacías de la sobremesa... Es una delicia su lectura.
Segunda joya, el maravilloso libro de poemas "Casa propia" de Enrique G-M.  Lo he disfrutado, leyéndolo morosamente, a pequeñas dosis para no acabarlo. Altamente recomendable. (Seis euros en la Casa del Libro).

En la biblioteca de Sanlúcar, estupenda por cierto, me hice acopio de varios libros, fuí a por el Jardín de los Finzi-Contini, de G. Bassani, cuya crítica leí en:

 http://www.ambosmundos.es/blogs/el-jardin-de-los-finzi-contini/

Para mi sorpresa estaba en las estanterías. No me defraudó. No lo comento pues no tengo nada que añadir a lo que ya está escrito allí. Estupendo. Ahora me gustaría ver la película de V. de Sica. No sé cómo estará.
Lo uno me llevó a lo otro. Aproveché y saqué también el Gatopardo, del Príncipe de Lampedusa. (Fué Bassani el que promovió su publicación) Lo había leído hace muchos años... me gustó mucho entonces y ahora más. Entonces estaba cerca de la edad del sobrino Tancredi, ahora más cerca del D.Fabrizio de los primeros capítulos. ¡Cómo pasa el tiempo! Se ven las cosas de manera diferente. Qué inteligente retrato de una época, de una casta y de un lugar como Sicilia. Pero, claro es, va mucho más allá y toca, describe, situaciones, sentimientos, problemas que se hacen intemporales, como toda obra maestra. Las alianzas tradicionales de dinero, poder, linajes; ascenso de los advenedizos, la lucha por la supervivencia de las oligarquías, está tratados de una manera magistral.

De la biblioteca también, La Carretera, de Cormac McCarthy. Pedazo de escritor, leí el año pasado "todos los hermosos caballos" y quedé con las ganas de leer más. Este año me he desquitado. Mañana seguiré...

miércoles, 29 de agosto de 2012

El retrato de Tía Carlota

Pobre Tía Carlota. Cómo me remuerde la conciencia la mala vida que le estoy dando. Llegó a mí este retrato de tamaño natural, hace unos años. Por herencia de una tía abuela. A ti, Ignacio, me dijeron, te ha dejado de recuerdo el retrato de Tía Carlota que tanto te gustaba. ¡Madre mía! Ni me acordaba de quien era aquella Carlota, ni del retrato, ni de cuando lo había yo ponderado. Pero, cosas del destino, la recibí en mi casa. Quizá en alguna visita a la de mis ancianos tíos, vacía de hijos y llena de recuerdos, no me detuve suficientemente ante el espejo dorado o el juego de café de porcelana de la vitrina de los abanicos, con las iniciales pintadas, o no alabé el velador de caoba y tapa de mármol que vino de Cuba o las obras completas de Galdós y Valera, encuadernadas en piel,  o la vieja y pesada sopera de plata, sino esta antigua fotografía de hace más de cien años.
Esta Carlota no tuvo descendencia y prohijó allá por los primeros años del siglo pasado a su sobrino Leonardo, que tampoco la tuvo. Al morir nonagenarios este y  su esposa, tía Manolita, apareció un papelito escrito con letra picuda de monja irlandesa, donde aquella repartía sus pertenencias más preciadas entre sobrinos y sobrinos nietos.
Y esta señora que planchó con esmero su mejor blusa de hilo blanco y jaretas, se recogió cuidadosamente su pelo en un moño y se dirigió a un estudio de la calle Sierpes para retratarse, está ahora arrumbada (he de reconocerlo) detrás de un sofá de mi casa que ayer removí.
Mi querida esposa se niega a que ocupe un lugar en la pared del salón, y la verdad es que no se lo puedo reprochar, pues esta pobre señora carece de glamour; ni es hermosa, ni tiene una elegante y excepcional prestancia, ni es portadora de un título u apellido ilustre que permita dar tono cuando se explique displicentemente al que pregunte sobre ella: “ah sí, mi bisabuela fulanita de tal, que era marquesa de no sé qué”.
Pero creo que Tía Carlota merece algo mejor. ¿Qué haré con ella? Por lo pronto la homenajeo sacándola del olvido y poniéndola aquí. Porque aportó su granito de arena al curso de la historia, claro que sí. Y algo queda de ella aunque sea indirecta y colateralmente en sobrinos, que como yo, ella nunca pudo llegar a conocer. Porque se levantó todas las mañanas, y llevó su casa, y amó a su marido, y regó las macetas, y rezaba el rosario, y ponía los regalos de reyes en el balcón cada navidad para deleite de los hijos de los demás.
Por todo eso aquí  la presento. Poca cosa es, ya lo sé. También podemos elevar una oración en su nombre. Eso ya está mejor. Espero que no la necesite y que por su intercesión nos revierta en frutos y dones.

lunes, 27 de agosto de 2012

Los niños con los niños, las niñas con las niñas... o al revés (pero no lo decidan por mi)

No lo comprendo. Si el tribunal supremo considera que los colegios sólo de niños o niñas no pueden recibir subvención por ser discriminatorios debiera prohibir tajantemente su existencia pues toda discriminación (esta palabra denota un sentido peyorativo, sino utilizaríamos “separación” o “diferenciación”) queda proscrita de nuestro ordenamiento jurídico. Nunca sería admisible, por ejemplo, un colegio exclusivamente para blancos, con o sin concierto. Es obvio, por tanto, que los colegios de educación diferenciada no son discriminatorios. Sin haber leído todavía la sentencia  salta a la vista una incongruencia interna de difícil encaje. Más bien existe una discriminación de los poderes públicos hacia colegios que difieren de sus idearios particulares. Lastimoso que en esta España nuestra el Estado se vaya tornando cada vez más totalitario.
¿Por qué no dejan elegir?

 Por cierto en Suecia, paladín del estado del bienestar, ya hace años que se dieron cuenta de los graves perjuicios de esa estatalización. Hoy día prima en dicho país lo que denominan “la revolución de la libertad de elección”. El estado da unos “vales” que en materia de salud y educación se canjean por unos servicios que elige el ciudadano en función de su eficiencia, y no de que quien los preste sea público o privado. (Interesante Tercera de ABC  de hoy de J.A. Sagardoy)  Y nosotros, como siempre, con nuestro progresismo trasnochado…

jueves, 23 de agosto de 2012

Sanlúcar ayer


Pudiera estar la tarde
escribiendo poemas
porque el mar me murmura
 los versos al oído
con risas que se rizan
en espumas de olas.

Son risas blanquiazules
las sonrisas del mar

El sol que bisbisea
temblores
sobre  el agua
gozoso
reverbera en mis ojos

y allá a lo lejos vuelven
llenos de plata fresca
pescadores
 que escriben
sus renglones en el agua.

Barcos
uno detrás de otro
blanco, rojo y azul

Pudiera estar la tarde
escribiendo poemas...

de hecho los escribe
esté o no esté
yo aquí.

miércoles, 22 de agosto de 2012

TATAKI DE ATÚN

Menú para dos personas
En una noche especial de un día cualquiera.
Póngase un mantel sobre una mesa en la terraza. Enciéndanse algunas velas de Ikea (cien a 5 euros). Ilumínese todo tenuemente para que la media luz, piadosa, oculte la ordinaria realidad circundante (desconchones, ropa tendida, juguetes abandonados, macetas vacías…) que eviten comentarios femeninos desaprobatorios del tipo: “esta azotea está hecha un desastre”. Se recomiendan lámparas con pantallas que tamicen la luz. El agua que está en la nevera viértala desde el botellón de Fanta sin etiqueta  en una jarra de cristal, sabe mejor. De fondo ha de escucharse un CD de música suave, puede ser un jazz tenue que da un toque de moderna sofisticación o cualquier maestro barroco, que jamás decepcionan. Corte alguna flor de la maceta más cercana y póngala en un vaso. La que se tenga a mano, un jazmín, una buganvilla, o un manojo de hierba buena. Es importante que sea de cosecha propia, así se consigue ese aire ecologista tipo “tenga un auténtico huerto en su propia casa” que nos consuela de vivir en el asfalto. Acueste a los niños temprano o si no es posible enchúfeles una de sus películas favoritas de modo que queden alienados. Otra opción es utilizar a algunos de camareros, siempre que prometan ser silenciosos, discretos y desaparecer cuanto antes. (Si se les hace sentirse involucrados incluso tratan de evitar que los más pequeños se introduzcan en el escenario y rompan el hechizo con un: “Manolo ma pegao”, “Quiero leche”, “Santi no me da mi jirafa”…).
Puede descorchar esa botella de tinto buena, buena, que le regalaron. Aunque no  le apetezca abrirla no importa, el mero hecho de colocarla encima de la mesa ya aporta ese imprescindible toque distinguido que se requiere. Si tiene algún plato de forma irregular y que no parezca un plato utilícelo. Nada mejor para estar a la última. En todo caso la vajilla Arg o Frodig o Fargrik (de Ikea claro) también sirven.
Por fin llame a su santa o santo esposa/oso que para entonces estará hasta la coronilla de verle haciendo tantas chuminás, pero no le importe.
Y que más…
Ah, si… no olvide el tataki de atún o lo que sea, que ya a estas alturas eso es lo de menos… ¡Buen provecho!

viernes, 17 de agosto de 2012

¡Circule, circule!

Ayer regresé directamente de la playa al tajo (de ahí mi demora y desconexión total). Mi estado no era especialmente festivo. Al pasar por casa tenía un papelito de correos y fui a recoger un envío. Recibí una triple alegría al encontrar, en lugar de un requerimiento municipal, Sugus de Suchard  y palotes de Palín acompañados de un libro. Los niños en Sanlúcar lo celebraron jubilosos y los dosifiqué pertinentemente. Ayer tomaron dos Sugus cada uno y un palote, el padre también, recordando viejos tiempos. Hoy habrá nuevo reparto si se comprometen a no volver a dejarlo todo sembrado de papeles de colores.
Todo esto viene a cuento porque Uuq me remitía un libro que a su vez le enviaba EGM y que yo de nuevo tengo que reenviar.  (Gracias a ambos). Si alguien se apunta a la cadena que lo diga, ahí va el enlace: http://www.trampolink.blogspot.com.es/2012/07/libro-gratis.html#comment-form


 El libro Plan B, 25 actividades gratuitas para tiempos de crisis de Echeve, merece la pena. Es original, divertido, con un punto de profunda ingenuidad, poético y diferente. El mismo autor piensa en las vueltas que habrá dado un libro desde que lo encuadernaron, doy fe de que este que ahora tengo en mis manos ya ha recorrido al menos El Puerto, Pamplona, Sevilla, Sanlúcar, en breve irá a Madrid  y cualquiera sabe donde estará el último eslabón de esta cadena que un día comenzó a forjar EGM a golpe de blog.