viernes, 30 de noviembre de 2012

Murillo y Justino de Neve III

Don Justino de Neve, como buen anfitrión nos da la bienvenida.

Don Justino, nos espera sentado en un sillón de madera y terciopelo tachonado. Junto a una mesa, sobre la que reposa un gran libro. Es una suma teológica, o un profundo tratado sobre el determinismo, puede ser la Concordia liberi arbitrii… del jesuita Molina, impreso en la ciudad de Cuenca en la  oficina  de un tipógrafo italiano. Un reloj delicado, de bronce dorado, herencia, tal vez de su abuelo paterno, que labraron artesanos del ducado de Brabante, marca el tiempo pausadamente y la campanita de plata cincelada espera a ser usada cuando D. Justino llame a la fámula para que le traiga el chocolate de la tarde a la hora en punto.
Ahora descansa  un momento de su lectura. Piensa. Su dedo marca la página de un breviario que sostiene, pequeño, con finas páginas de vitela y mira al espectador. Esa mirada denota inteligencia y sensibilidad. Viste de negro con amplio  traje talar. Un pesado cortinaje recogido sobre la escena deja entrever al fondo un paisaje, brumas y árboles, tras la balaustrada. Todo es sobrio, elegante, serio. Lo propio de un señor canónigo, que aunque joven aún, es miembro del cabildo de la Patriarcal, Santa y Metropolitana Iglesia Catedral de  Santa María Mayor de Sevilla. Ha llegado muy alto y es heredero de una fortuna familiar, que gasta en beneficio de los pobres, la Iglesia y el arte. Sin embargo… en la escena, inesperadamente ha entrado un perrito, que ladra desde una esquina mirando a su amo. El perro es alegre, juguetón, impropio de un hombre de esta categoría y para colmo el ama o una sobrina o la joven y alocada criada le ha puesto un gracioso collar con cascabeles y un lazo de agresivo bermellón.
EL perrillo salta y reclama sus derechos al paseo y las caricias. D. Justino parece contenerse. No es momento, no es momento…
 Pero ya no nos engaña, hemos descubierto que bajo la oscura sotana, don Justino no es tan serio como parece, y quizás el libro que sostiene en su mano, quien lo pensara, es la obra de otro sevillano que narra las graciosas aventuras del pícaro Guzmán.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Murillo y Justino de Neve II

Y se entra en el antiguo hospital. Es bellísimo. La conjunción de elementos que se dan en los patios andaluces auténticos, herederos de una forma de entender la vida que escoge lo más perfecto de romanos, árabes y cristianos en los últimos dos mil años, es de feliz armonía y se adapta a este clima nuestro de calores tórridos en verano, de fríos húmedos que calan en invierno, y de luz radiante siempre.
Casa en callejón del Agua

Patio en la calle Cruces


Cass en la Calle Guzmán el Bueno


Los patios del viejo Hospital, son un puro deleite, como lo son los del antiguo convento de la Merced, donde hoy disfrutamos del más hermoso (aunque dejado de la mano de las administraciones) Museo de Bellas artes del mundo. Allí es donde está el mejor Murillo. Entrar en la antigua y monumental iglesia repleta de cuadros maestros es una experiencia inigualable. Muchos que ahora verán estos dieciséis cuadros de esta exposición, tal vez no hayan visitado nunca el otro museo dormido.

Patio del Museo del Museo de BBAA. Convento de la Merced desamortizado

Antigua iglesia del convento
Entrar en los Venerables da que pensar y visitar la exposición es un ejercicio de melancolía.
Cuanto se ha perdido por incuria, avaricia, especulación. Cuanta Sevilla destruida por la ignorancia, la incultura, el odio…
Son muchos los conventos deliciosos desaparecidos. Patios como estos o los del Antiguo Convento de La merced, o incluso mejores, ya no existen. El espléndido convento de San Francisco, el de San Pablo…grandiosos llenos de obras de arte y belleza insólita, los destruyeron salvajemente.
Los franceses primero (el mariscal Soult, de infame memoria, para ser exacto) la malhadada desamortización (con el “inteligente” Mendizabal a la cabeza), la triste “Gloriosa”, los rojos en la “añorada” República, con su quema de iglesias y conventos, y por último la especulación inmobiliaria de los años sesenta y setenta, se llevaron por delante gran parte del alma de la ciudad.

Ahora nos tenemos que contentar con ver de prestado obras sevillanas que están desperdigadas por los museos del mundo (otras ni siquiera han tenido esa suerte).
Pero entremos, entremos…
Lo primero que hay que destacar es que la mirada de Murillo es benévola, compasiva y piadosa. A un paso de la dulzura ramplona. Pero ahí se queda. He ahí el genio. Esto explica que sus infinitos imitadores, nos hayan empalagado hasta el extremo. Las estampitas y cromos nos hastían. Pero ver a Murillo en vivo nos reconcilia con el maestro. Es pura verdad, pura bondad, pura naturalidad. No es artificioso, ni impostado, sino de una deliciosa belleza. Huye de lo feo y lo desagradable y hasta la pobreza cubre con un manto de dignidad, con un fondo de alegría. No es que huya de la cruda realidad es que para él la realidad no es nunca tan cruda. (Y sabía de dolor y de angustias, había perdido tres hijos de una sola vez en la terrible peste de 1649, que no diezmó la ciudad, sino que la dejó literalmente en la mitad)
Es un genio sin paliativos, un creador de tipos y figuras que forman parte irrenunciable de la memoria colectiva de la cultura de occidente.
Su técnica es perfecta en estos cuadros en que ya ha alcanzado su plena madurez, su pincelada es suelta, creadora de unas atmosferas vaporosas y sutiles…donde las líneas se difuminan tenuemente degradándose con suavidad. Los colores, aunque vivos,  se armonizan amigablemente, sin sobresaltos, sin estridencias...
(Se me hizo tarde. Continuara...)


Patinillo de los Venerables y Manolito

 

martes, 27 de noviembre de 2012

Ayer, otra vez redonda


Cantando bajo la luna
llena la chicharra
el silencio

Murillo y Justino de Neve I


El domingo pude asistir a la exposición de Los venerables sobre Murillo. ¡Por fin!
Fui andando desde casa, callejeando, y explicando a los niños la vida de Murillo, su relación con el canónigo, su vida…
Nada más salir pasamos por la Parroquia de San Isidoro, allí se bautizaron dos de mis hijos ya que es mi parroquia y allí mismo rezó Murillo, pues algunos años de su vida fue feligrés de la misma.


Parroquia de San Isidoro


Setecientos años de culto, devoción e historia se acumulan entre sus muros. Allí vería el pintor la esplendida pintura de Roelas que preside el retablo, se arrodillaría ante la Virgen de las Nieves, de época del Rey Santo, y quizá también bautizaría a algunos de sus diez hijos.
Sólo le sobrevivieron cuatro. Curtidos en el dolor debían de estar la gente de aquellos siglos. Soportarían la muerte con gran fe, resignación y trascendencia. Esos niños muertos al poco de nacer quien duda que están inmortalizados en sus lienzos, entre los ángeles que sostienen a sus Inmaculadas, o entre los pílluelos que comen o juegan en las calles. Esa ternura, esas ingenuidad, esos cuerpos sonrosados, ¿de donde los iba a copiar sino de entre los de su propia sangre?
Murillo fue, en el buen sentido de la palabra bueno. Cuando su esposa muere de parto a los 41 años, el pintor se dedicará a su familia, a su obra y llevará una vida ejemplar, colaborando con hermandades de ayuda a los pobres y guardando fiel memoria de aquella. No volverá a casarse.
En la cercana Iglesia de San Nicollás aproveché para admirar el cuadro de la Santa Cena, que no robó el Mariscal Soult por ser tenebrista y estar oscurecido por el tiempo. Pertenece a Santa María la Blanca cuya restauración está concluyendo.


Impresiona verlo tan cercano, a nivel del suelo, y sin gente, ni molestias. Apenas nadie sabe que está ahora allí.


Pasamos por la casa donde vivió Justino de Neve. Mágnifica casa sevillana, de frescos patios, mármol, fuente y amplias estancias.

Casa del canónigo Justino de Neve


 Las ruedas de molino que se incrustan en el zócalo, material de acarreo, tal vez molieron el trigo de aquel pan que comieran los patricios de la Híspalis romana, el que consagró San Isidoro o, quizás, el que amasaba Itimad para el poeta Almotamid.
Es fácil imaginar al inteligente canónigo, caminando con sus amplios ropajes, por entre las callejuelas. Murillo le escucha, mientras le explica entusiasmado el proyecto iconográfico de  la Iglesia de Santa María la Blanca, a la que se dirigen. Un esclavo mulato les sigue, portando rollos y planos, bocetos y dibujos.


Iglesia de Santa María la Blanca (en restauración)


Atisbando patios y cancelas, portones y conventos se llega al Hospital para ancianos y venerables sacerdotes. 

  Rejas, azulejos, agua y naranjos nos esperan y dentro los cuadros del pintor amable y genial, que han vuelto tras los siglos a la ciudad que los vio nacer y de la que nunca debieron salir.




Patinillo interior (los Venerables)


Patio Principal del Hospital de los Venerables
(continuara...)

jueves, 22 de noviembre de 2012

El perito asombrado

De nuevo vino un técnico, ahora el de la compañía de seguros del vecino. Duelo de peritos.  Estaba sólo con los dos peques. Lo recibí en el Gran Hall del ala Este, totalmente vestido de mamarracho, porque pensaba ir a recoger a Manolito del entrenamiento de futbol, haciendo footing. Mis  vestiduras deportivas no son nada fashion, es más son recicladas, un bañador viejo, una camiseta y una sudadera que un brasileño dejó abandonadas en un apartamento de mi madre debido al exceso de equipaje y que yo no dudé en apropiarme. El inquilino, todo hay que decirlo era doctor en algo y estaba complementando sus estudios y algunas cosas, es cierto, eran digamos, tan brasileiras que no me atreví a llevármelas, pero una sudadera, (el nombre se la trae) no es más que una sudadera por mucho que las haya de marcas marquísimas. Mira que recibo cada temporada una invitación con el nuevo catálogo de Loewe, que no me molesto en abrir, pero seguro que tiene ropa "casual” y chándales ideales para primavera, verano, otoño e invierno para deportistas de “élite”. Pero ni por esas. A ver si me notifican que me ha tocado un bolso de piel de gamusino, y lo vendo por no menos de dos mil euretes.  Reyes, por ahora que se conforme con los de Zara, o todo lo más, elevando un poquito el nivel,  vamos a dejarlo en Üterque,...
Pero a lo que íbamos, las zapatillas, "los tenis" como dicen por ahí, los botines como decimos por aquí, no sé ni de quien son, quizá de algún sobrino de Reyes, (eso sí, son adidas blancos con tres rayitas azules, como los de mis tiempos y me están bien si encojo algo los dedos) y los calcetines de los gitanos de Sanlúcar, diez pares a un euro... con un logo imitación de la victoria alada, oséase, falso Niké… 
De esa guisa tuve que abrir la puerta. El perito iba encorbatado. Cruzó mis aposentos personales para pasar a la zona de baños y spa. Mi ropa ligeramente desordenada, encima de mi lecho, (es decir hechas un gurruño, que no se entere mi santa esposa.).
Inspeccionada las “zonas húmedas” parece que no hay que abrir, no se ve nada extraño en mi sala de baños, quizá se solucione con una simple laparoscopia. Que los técnicos se entiendan...
De nuevo en el Gran Vestíbulo, mientras terminada de darle mis datos, mi hija Pilar apareció diciendo a grito pelado ¡¡limpiaameee!! en posición de decúbito prono y con su hermoso y sonrosado trasero al aire. El perito no dijo nada, yo tampoco, aunque la niña insistía e insistía cada vez más desaforada. Por fin se fue. (En qué pensaría mientras yo le daba la mano “deportivamente" y mi hija rugía, prefiero no adivinarlo) Al final acudí a los requerimientos perentorios de la pequeña salvaje y le iba advirtiendo que es de mala educación salir del cuarto de baño a las zonas nobles de la casa, sin ropa interior, con el trasero en pompa y gritando cuando los peritos de las compañías de seguros ajenas vienen de visita, y dada las circunstancias, aproveche para darle un azote conminatorio en salva sea la parte, que tenía tan a mano, a lo que ella muy digna (lo que aprenden estas chica en el cole) me respondió: "no se pega, hay que respetar" (Sic).
Bueno pues, seremos respetuosos mientras podamos…

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Altamente recomendable

Acabo de terminar "Lo que ha llovido", libro de Enrique García-Máiquez. ¡Excelente¡   Se trata de una compilación de su blog "Rayos y truenos" de 2006 a 2008. Son entradas cortas, heterogéneas, sobre su vida diaria, temas de actualidad, poesía... Como ante todo EGM es poeta, unas gotas de lirismo lo impregnan todo, como es un  optimista irredento, el buen humor, nos hace sonreir a cada página. Dicen que todo depende de la mirada, del cristal con que se mira. Aquí el cristal está limpio y claro.
Se pasa un buen rato cada vez que abrimos sus páginas y ademas nos sugiere ideas, reflexiones, que deja abiertas al lector. Son como aguijonazos, al intelecto a veces, al corazón otras. Pistas para descubrir más. El que quiera hacer un buen regalo esta navidad ya sabe. Mejor adquirir el "pack" completo, esto es, también "El pábilo vacilante" (que aunque posterior, leí antes) y que es estupendo: http://compostela.blogspot.com.es/2012/05/el-pabilo-vacilante.html
La deuda con Ángel Ruiz, es grande, merece nuestro agradecimiento, su blog, magnífico, increíble, ha sido el instigador o precursor de EGM.  Desde aquí, recomieno vivamente visitarlo:¡verán, verán!:

http://compostela.blogspot.com.es

D. Javier, "Zaqueo" (otro pedazo de blog: http://javiervicens.es/lo-que-ha-llovido ) y yo hemos coincidido leyendo el libro, aquí está su referencia, más atinada que la mía, para el que quiera leerla.

¡Recomendar tanto bueno en estas pocas líneas es un gustazo!

domingo, 18 de noviembre de 2012

Y como estas miles...

¡Pilaaar, pincha las patatas con el tenedor!. Y Pilar (cuatro años) obediente coge las patatas con la mano izquierda las pincha con dificultad en el tenedor, que empuña con la derecha y se las lleva a la boca.

Del diccionario de Santiaguito (cinco años): Papá mira cuantos "árgoles", dejame coger las hojas del otoño que tengo que llevarle a la seño.
No salgas ahora del coche que te vas a mojar.
¡Que vaa, papá, no llueve! ¡Sólo están cayendo "botitas"!

viernes, 16 de noviembre de 2012

Una tarde tonta

Ayer que tenía una tarde tonta por delante (rara avis, no estaba planificada) y no estuvo mal. Dormí un poco la siesta, de la que me despertó, y se lo agradezco el perito de la compañía de seguros, al que tuve que acompañar a la casa del vecino para ver unas humedades que al final no existían. Reyes se llevó a los pequeños a "devolver" a otro que había comido en casa. Y Reyitas se quedó con mi suegra, que también había venido a almorzar (hubo overbooking). Aproveché y me fui a correr, sólo veinte minutos, no creáis, aunque dada mi vejez avanzada debo "calentar" antes, pues si no me da un tirón a la primera zancada. Oh tempos en que hacía deporte a lo salvaje y sin tantas tonterías.
Eso sí, correr por la Avenida a las seis de la tarde es ir saludando a media Sevilla. Después me llegaron comentarios al respecto. (La próxima vez iré con burka) Esquivo al tranvía, veo la Catedral, los jardines de Murillo y regreso por las callejuelas, Aire, Pimienta, Vida, Santa Teresa...hasta llegar a casa.
Ahora tenía a dos a mi cargo, Manolo y Santiago, mientras Reyes acompañaba a su madre de vuelta a casa. Los bañé rápidamente y me los llevé a misa de siete a la Capillita de San José, (qué gozada barroca). Había una misa  por los fallecidos del Círculo de Labradores. Mira por donde pues, también en memoria de mi padre. Me alegré de coincidir. Por suerte para mis dos potros (que arrastraban las sillas plegables sin cesar) no fue larga y me dio tiempo al regresar, de coger la bici e irme al Convento de Santa Clara a un recital de poesías que organizaba la editorial Vandalia. El sitio es único. En una sala, no sé si antiguo dormitorio o refectorio, los poetas invitados recitaron, bastante bien por cierto. Como llegaba con una hora de retraso pensé que casi estaría terminado, pero no, al contrario, tuve la suerte de librarme de la mesa redonda y de escuchar a todos los poetas. Estos estaban en una mesa delante de una gran cruz que presidía, en los frescos recién restaurados, de fines del XVI pienso,  rodeada con todos los símbolos pasionistas: el gallo, la mano, la caña, los clavos, la esponja, las monedas, la palangana y una gran leyenda, In cruce triumphans. Mors morten superavit... Muy sugestivo, ¿no?
Vicente Gallego, Nuria Barrios, Álvaro Salvador... Se creó un ambiente sutil. Muy emocionante los versos de Juan Cobos Wilkins, dedicados a su madre, con alzheimer.

Porque me sujetas, por tí,
me tendrá que esperar la tierra.

Recitó Nuria Barrios como final de un poema de amor.

Y a las nueve y diez estaba de nuevo en casa, donde cené un salmorejo de elaboración propia, y unos pimientos rellenos, de factura materna, umm!

Los niños a la cama. Tuve que tragarme diez minutos de una serie horrenda de teenagers para controlar si tiene o no dos rombos (qué antiguo) y dar mi aquiescencia a que pueda verse sin mi presencia. (Gajes del oficio). A rezar y a dormir todos.
Reyes  madre, terminó de brujulear por la cocina acabando la comida de mañana.
Me disponía a ver dos capítulos de "El ala oeste de la Casablanca". Para picotear, unos dátiles que compré en el Supersol y una copita de una botella de Carlos I, que me regaló mi hermano y que a su vez a él (médico) le regalan. Esta serie me la va prestando un amigo que me la recomendó y me dosifica por capítulos. Voy por el sexto. Me ha sorprendido, tienen unos diálogos  chispeantes e ingeniosos y es bastante “sana”. Vamos que estamos enganchados. Unos más que otros, Reyes se durmió a mi lado nada más empezar...
A las doce menos veinte ya estaba en la cama. Qué pena que no lloviese fuera. Era lo único que faltaba.

y así fue de tonta mi tarde...
                                    
Pero antes de darle a la tecla me pregunto… ¿Y esto a quien le interesa?  
A nadie, eso es cierto.
¿Para qué le doy a publicar, entonces?
Bueno, no pasa nada, quillo,- me tranquilizo- a nadie se le apunta con una pistola para leerlo y a lo mejor nadie lo lee.
¡Po palante entonces!

miércoles, 14 de noviembre de 2012

En busca del tiempo perdido

Los plátanos estaban demasiado maduros y como aquí no se tira nada, y menos ahora en que me sobra mes al final del sueldo, mi mujer le añadió zumo de naranja e hizo unas papillas de frutas como las que tomaban cuando los niños eran bebés.
Manolito al probarlo, a Proust le surgieron seis tomos de una magdalena, se le vino su larga vida a la memoria (siete añitos) y exclamo ante el asombro y las carcajadas de su madre y mía:
                                                         ¡¡OSTRAS QUÉ RECUERDOS!!

lunes, 12 de noviembre de 2012

Al pan, pan y al vino...

A la unión estable de parejas homosexuales deben reconocérsele efectos jurídicos. Los que permitan proteger sus derechos e intereses de acuerdo con su función y su encuadre en la sociedad.
A los matrimonios también.
Está claro que la función social de unos y otros es distinta, de ahí que deban tener derechos y deberes distintos.
Por poner sólo un ejemplo: ¿en base a qué debe tener un homosexual derecho a una pensión por la muerte de su pareja? Hombre si hay dinero de sobra, me parece muy bien,  pero no es el caso...  ¿Por qué razón la muerte de un hermano no genera una pensión para el supérstite en el caso de que hayan vivido juntos  y solteros toda la vida?  Yo tengo tías abuelas solteras que han convivido hasta su muerte en amor y compaña. ¿Hay alguna diferencia con una pareja homosexual? Y me refiero a una diferencia que permita discriminarla con respecto a otras parejas estables (lo recóndito de la alcoba, precisamente por respeto a la intimidad, no puede, ni debe ser un criterio)
Si se generaliza la poligamia en un futuro (por ejemplo porque la sociedad se islamice) habrá que regular sus efectos, claro está, por razones de seguridad jurídica,  pero ¿le llamaremos también matrimonio? Como poder podemos, pero no lo es. Yo puedo llamar al pan, pan y pan al vino, pero que lío entonces.

Dejo aquí el enlace al blog que me ha sugerido esta entrada. http://egmaiquez.blogspot.com.es/2012/11/el-fuero-y-humpty-dumpty-o-sea-el-huevo.html (este blog merece ser seguido, es, literalmente, magistral)

Añado hoy el enlace a un escrito del Obispo de San Sebastián. Mon. Munilla, que parece que me ha leído el pensamiento y que se explica bastante bien: http://www.enticonfio.org/enticonfio095.pdf

martes, 6 de noviembre de 2012

MIDDLEMARCH. 1874. George Eliot. Seudónimo de Mary Anne Evans. (Astley 1819 - Londres, 1880)

Acabo de terminar este pedazo de novela.
¿Qué porque me ha gustado?
Porque está muy bien escrita, porque refleja “la vida de provincias” de la Inglaterra del primer tercio del XIX con fidelidad al ser un relato de una coetánea. Porque la autora es inteligentísima y audaz. Porque es sarcástica y sutil (que no cínica).  Porque nos hace disfrutar con su ironía y buen humor. Porque nos acerca a sus personajes, con los que trabamos a la postre una relación de amistad. Porque describe la naturaleza humana divinamente. Porque se introduce en las acciones sublimes, mediocres, mezquinas, de la gente y nos entrega un retazo de la realidad de entonces perfectamente trasladable a cualquier época, ya que los resortes psicológicos que los mueven son por humanos, intemporales. Porque es un novelón larguísimo de los que ya no se estilan. Y sobre todo porque derrama una mirada piadosa sobre el mundo. Describe el mal y el bien, que distingue sin marearnos con medias tontas. No es moralista ni hipócrita y deja entrever un optimismo compasivo (que hartura del “sinsentido de la vida”) destacando los valores y hasta el heroísmo de vidas aparentemente ordinarias. Se podrá decir que algunos de sus personajes (Dorothea, entre otros) son excesivamente virtuosos y que eso no ocurre nada más que en casos fuera de lo común. Y efectivamente, son ejemplos escogidos, pero no falsos. La autora describe personajes extraordinarios, que además sólo lo son a los ojos del lector, que conoce las motivaciones excelsas de sus acciones. Son admirables en su interior, sin aspavientos. Los ciudadanos de Middlemarch, en su confortable medianía moral, nunca llegarán a conocer la elevada categoría humana de algunos de sus paisanos. En definitiva, espléndida, léanla los que tengan la suerte de no haberla leído aún.

sábado, 3 de noviembre de 2012

¡SÓLO ANTE EL PELIGRO!

La mañana del sábado puede ser mortal. Estoy en fase de superarla. Ya son las doce cuando esto escribo.
Mi mujer trabaja hoy en la farmacia. Los sábados no tenemos ayuda en casa. Cinco fieras están dispuestas a acabar conmigo. Necesitaría una caja de transiliums pero no la tengo a mano.
Me mentalizo. Hoy voy a ejercer las obras de caridad. Enseñar al que no sabe, vestir al desnudo, corregir al que yerra, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento…
Tengo por delante siete camas sin hacer, seis desayunos, con sus tostadas, cola caos, etc.…
Unos quieren mantequilla, otros patés, otro aceite. Santiago y Manolo se pelean, mientras suenan los dibujitos de fondo, alguien ha cambiado de canal ante la furibunda negativa del otro. Hoy no se ha derramado la leche, qué suerte. Vacío el friegaplatos de ayer, limpio la encimera y la mesa de migas y restos diversos. Lleno de nuevo el friegaplatos. Todo queda recogido. Barro el suelo.
Reyes tiene que repasar el inglés, Manolito matemáticas, Ignacio flauta travesera. Pilar ha de, poner su nombre varias veces y el número de lista de clase, el 27 y Santiago, que es buenísimo se conforma con dibujar…
Mientras enseño el do  y el does y las negativas e interrogativas, Manolo tiene dudas sobre las restas y los paréntesis. De fondo he puesto las variaciones Goldberg, a ver si se amansan las fieras, mientras escribo esto suena un concierto para piano de Mozart y un balón de futbol en el salón.
Me llama mi madre, ha muerto una querida amiga de la familia, ya muy anciana. Paro el inglés y rezo un padrenuestro. (Rogar a Dios por los vivos y difuntos) Continúo. Doesn´t she likes?
Los mayores se van vistiendo solos.
Tengo que preparar la comida, pollo con cous-cous. Ignacio pela las cebollas, las zanahorias y lo pone al fuego. Corto los trozos del pollo (he de descongélalo en el micro antes) y todo se pone el fuego con muchas especias, y vino (por cierto voy a echarle un ojo en este instante) Va bien. EL cous- cous se hace en un momento. Le tengo cogido el truco.
Las camas las he ido haciendo entre una cosa y otra. Yo sabía hacerlas muy rápidamente antes de casarme. Pero el sistema de mi mujer es distinto, no vale con echarla colcha por encima y tapar una maraña más o menos arrugada. ¡No! Se requiere deshacer todo, estirar, cual cirujano estético, y ni una arruga. Ya casi lo consigo. Los  bordados de flores y los encajes de las sábanas han quedado impolutos. Ah, al levantarme me puse una vieja camiseta y he hecho entre tanto algunas flexiones para desentumecerme.
Ahora me voy a duchar y ya que está la casa recogida nos vamos, aleluya, a dar un paseo. Me gustaría ir a la exposición de Murillo que me coge cerca, además los niños no pagan, pero no sé si atreverme con todos…
Me acabo de duchar, son las 13 h. Voy sin afeitar, pero bueno, esta tarde lo haré. Tengo la fiesta de cumpleaños (40) de mi hermana.
Aún quedan algunos pijamas sueltos aquí y allá, los recojo, y un caballito y una comba.
Me voy, que los mayores me esperan abajo en la plaza. Me llevo el libro por si acaso. Me quedan escasas páginas de Middelmarch. ¡¡Qué novelón!! No quiero ni acabarlo. Cuanto estoy disfrutando. ¿Me dejarán abrir el libro? Veremos…
Por hoy ya he cumplido con las obras de caridad

viernes, 2 de noviembre de 2012

1, 2, 3...

Pilar está aprendiendo las vocales y los números a la vez. Creo que no lo está asimilando como debiera. Al ver el calendario, en el que el número uno era un palito, la escucho como va contando: i, dos, tres... y cuando llega al 10, continúa: i cero, i dos, i tres...