jueves, 26 de enero de 2017

VELÁZQUEZ Y MURILLO V

Infanta Margarita de blanco. Velázquez. 1656. Museo de  Historia del Arte. Viena. 


Esta obra es de una genialidad inigulable. Aquí se ve la mano maestra de Velázquez, su pincelada suelta frente a la detallista y densa de su primera etapa. Se trata de un pintor que se adelanta a su época, que ya ha conocido a Rubens, ha viajado a Italia y ha derivado a un estilo propio. El uso de esos brochazos últimos sobre las telas, que otorgan la calidad de las texturas, impresionistas... fijaos en el brillo de las sedas, de los cabellos dorados, las manos... la mirada, dentro del hieratismo que se le exige como persona real, con un dejo de ternura infantil. Es una obra alucinante. Todo Velázquez lo es. Conmueve y es aleccionador pensar en esta niña que será enterrada con poco más de veinte años en los Capuchinos de Viena, con ese rito impresionante que hasta hoy rige, (¿Quién desea entrar?, el cuerpo aquí, el corazón acullá) y cuya tumba la gente hoy visita por ser la protagonista de las Meninas:


La pobre de la infanta Margarita
se ha puesto su traje mas lucido
tan joven y ya tiene marido
y posa callada, quitecita

De infanta a emperatriz de Austria
tiene labrado su destino
el genio la dibuja con atino
ella se sacrifica por su patria

Oh, pobre infantita de España
del protocolo estas hecha prisionera
tu cárcel aunque es de plata y seda
no deja de ser tela de araña

Oh, reina, que joven nos dejaste
pero el arte del pintor será tu gloria
quién te diría que pasas a la historia
por la mano maestra de Velázquez

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