martes, 12 de abril de 2016

"Que toda la Feria es sueño..."


Mi admirado Antonio Burgos, que conoce y escribe de Sevilla como nadie, en su artículo del pasado sábado  http://www.antonioburgos.com/abc/2016/04/re040916.html  habla del “postureo” de la Feria. Y dice bien, porque la Feria de Sevilla es un puro postureo.
Dice textualmente el maestro: Es un trampantojo de la riqueza, de la elegancia, del poder, de la virtud. Una estafa. Pero con arte.

Y esto es verdad, pero ese “con arte” es lo que la salva. Más que una estafa, yo diría que la Feria es una ficción. Una bellísima ficción.

La Feria de Sevilla es una convención en la que todos los que vamos nos ponemos de acuerdo para decir que “la vida es bella” y merece la pena. Como estoy convencido, por razones sobrenaturales, y más ahora en Pascua de Resurrección, de que esto es verdad, no me parece falso, me parece de lo más correcto fingirlo, que como ven ustedes, no es un fingimiento sino un “rompimiento de gloria”.

A la feria, a diferencia de otras fiestas no se va a ver nada, se va a estar y pasarlo bien, de modo que se sabe de antemano que no hay ninguna excusa que justifique el ir, si no es para estar con buen ánimo.
Me explico, a las Fallas, a los San Fermines…  se va a hacer o contemplar algo. Bien puedo estar triste e intentar entretenerme con la cremá o viendo a los mozos correr. No digamos la Semana Santa, en la que el espectáculo pasa ante nuestros ojos y consuela y conforta.
Pero en la Feria, no. En la Feria, si estas triste te quedas en tu casa, porque nada hay que justifique estar sino es el hacerte cómplice de esa ficción de que vivimos en el mejor de los mundos.

Las casetas, los caballos, los trajes de colores, los lunares, las flores... Hay que ir bien vestido, porque hay que aparentar que la belleza triunfa sobre lo deforme, que acordamos que no existe.

Bendita ficción, que nos aleja, aunque sea por unos momentos, de lo cutre, lo antiestético, lo indecoroso, lo sucio y lo grosero, de ese “feísmo”  tan en boga  hoy en el arte y la vida y que además es inmoral.

Bendita fiesta que nos une en el esplendor, la finura y la gracia, que tanta falta hace.


Y por último, con la clarividencia que otorga la copa de vino de Jerez, de ese oro viejo, como el albero nuevo de las aceras que flota en el ambiente, yo os invitaría a todos a adentrarse en este sueño calderoniano de la Feria.

3 comentarios:

  1. Excelente. Me han pasmado las coincidencias con mi artículo de mañana, que va de la feria de Sevilla, pero sin ir. El tuyo es mucho mejor, por tuyo y porque es yendo.

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  2. Gracias, Enrique. Yo espero que, en viniendo, escribas uno de tus insuperables artículos...

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  3. Cuando me jubile, creo que te lo dije, parece mentira, el año pasado por estas fechas.

    Un abrazo

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