martes, 26 de abril de 2016

Gracias a mi bicicleta sin frenos

Últimamente "no me da la vida" y voy azacanado de un sitio a otro. Pero ayer tuve una tarde noche comprimida como una píldora y sin proponérmelo me dio tiempo de casi todo. Digo esto porque suele ser al revés. Uno tiene los planes medidos al milímetro y siempre hay un imponderable que los estropea. Ayer por el contrario se sucedieron las cosas como la seda. Como la maraña de nudos de un mago que se desata asombrosamente.

A las siete terminé una visita a la Casa de las Dueñas.

Acto seguido me fui al despacho, por si podía asistir al final de una reunión de la que me había tenido que excusar. Había terminado, pero pude informarme del resultado y sus propuestas.

Acto seguido me fui a misa de ocho.

Acto seguido me fui a una conferencia en el Círculo de Labradores de un director de ópera, Karel Mark Chichón, que estaba empezada pero pude conocer al conferenciante y saludar a los que amablemente me habían invitado.

Acto seguido me fui al conservatorio, donde, mi hija Reyes, actuaba en una representación sobre la vida de Bach, y nadie de casa iba a poder verla. Me encantó. Todos con pelucas, un poco mamarrachos, los alumnos, iban intercalando piezas y contando la vida del maestro. En cuanto Reyes salió a escena y dijo sus palabras y lo grabé con el móvil, salí pitando, con el tiempo justo.

Acto seguido tenía una reunión en casa y llegué en el momento que el primer invitado llamaba al telefonillo, y le acompañe hasta arriba.

Acto seguido, casi a la una, con una sensación de deber cumplido, me acosté.

2 comentarios:

  1. ¡Qué vida llevas a veces!

    Un abrazo

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  2. En realidad todos llevamos mil cosas. Lo que pasa es que ayer no tenía pensado hacer tantas, y por casualidad, todo estaba un minuto en bici, pude "cumplir" con todas. Un abrazo

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