Mi queridísima, santa y paciente esposa cumplirá años (muy pocos, como siempre) en breve. Por ello organicé un fin de semana en soledad, ambos juntos los dos (esto es sin niños). Logro colocarlos, distribuidos convenientemente entre familiares abnegados. Reservo "hotel maravilloso en casa palacio rehabilitada" en "una ciudad encantadora de la Andalucía más hechicera y mágica".
Cuando le comunico la buena nueva me lo agradece mucho, (olvidé decir que además de santa, paciente, etc., mi señora esposa es práctica, mucho más que yo, donde va a parar) e inmediatamente me expone sin titubear, cual profesional camarero que desgrana la lista de tapas de memoria, el "menú" de necesidades perentorias del hogar familiar. ¡Basta, basta! exclamo tapándome los oídos.
Mensaje captado.
Lo dejamos para mejor ocasión…
(Pero no lo olvido)
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