Aunque la foto no es buena, entre otra cosas porque la cámara es malísima, la pongo para que se vea algo de lo quiero transmitir.
Ayer me acerqué a la novena de la Hermandad de Pasión que me coge justo debajo de casa. La maravilla y belleza del culto bien hecho no tiene parangón. Frente a aquellos que se quejan de la “parafernalia” excesiva de la liturgia secular, les diría que se acerquen aquí. Todo se halla encaminado a acercar al participante a lo sobrenatural. ¿Qué mejor manera que la belleza para atisbar el misterio? El hombre es un ser sensible y necesita de los sentidos para conocer. Lo que no se puede ver se presiente a través de símbolos materiales que trascienden su propia materialidad. Es un verdadero deleite, escuchar a Mozart, o Guerrero o a Morales en las voces del cuarteto, acompañadas por el órgano, mientras el incienso se eleva entre las bóvedas y el altar barroco inmenso, de Cayetano de Acosta, se desborda en una espiral de oro desde lo alto. La imagen viva, poderosa, cercana del nazareno de Martínez Montañés es conmovedora. Para eso la talló el artista. Y el arte al servicio del culto nos eleva.
¿Que no es absolutamente necesario todo eso para entender la Verdad de lo que se desarrolla ante nuestra presencia?, hombre “absolutamente” no, pero ayuda, sobre todo a la gente como yo, tan terrenales, que nos cuesta trabajito “elevarnos”. Lo importante es lo importante, eso está claro, pero hay que llegar a ello y es más fácil penetrar en lo inefable a través del culto bello, donde han cristalizado las más excelsas obras humanas a través de los siglos que en una horrible iglesia sesentera que parezca un hangar y al son machacón de las panderetas.
Iglesia Colegial del Salvador (Sevilla) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario