domingo, 7 de octubre de 2018

Un nuevo iniciado

Supongo que en las tribus africanas cuando llega este momento los jóvenes púberes se someten a escarificaciones y tatuajes o han de matar una fiera y regresar chorreando sangre con la piel sobre los hombros. Aquí nos conformamos con entregarles un nuevo móvil de última generación, el primero ya se le da el día de su primera comunión...

Manolito es rubio y apenas se le nota la pelusa del bigote. Llevo resistiéndome a que se lo afeite todavía a pesar de su insistencia. Pienso que es para evitarle entrar en otra más de las incomodidades de la vida diaria, pero en realidad esa resistencia es mía, porque sé que soy yo el que entra en otra etapa. Otro hijo más que pierde la infancia y que me aleja a mí de mi juventud más todavía.
Hoy domingo, con algo más de tiempo libre, aprovecho para iniciarle en las pericias del buen rasurado.
Agua caliente, espuma, loción...
Desaparece el casi invisible bozo rubio de una leve pasada como vuela ante un soplo el diente de león.
Hemos inaugurado otra etapa. 
No sé si recordará algún día que el día de la Virgen del Rosario de 2018, su padre le adentro en el rito iniciático de la barbería -¡El día de la Batalla de Lepanto, niños,-como les dije esta mañana en el desayuno- en el que vencimos al Turco y España cambió el curso de la Historia- No sé si se acordara- digo- al igual  que yo recuerdo a mi padre, que me enseñó a mi, no se qué día de no sé qué año ya…


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