martes, 22 de marzo de 2016

VERA+CRUZ

"Hermanos cúbranse" Y se apagan las luces, y todo queda en la penumbra temblorosa de la luz de la candelería del palio, de los hachones del Cristo, de la batea de cirios verdes que esperan para ser repartidos entre los nazarenos, y cuyas llamas se agitan arracimadas. Sobre ellas el aire cálido forma una película, a cuyo través, vemos los objetos titilantes y oníricos.

"Hermanos cúbranse". Y todos nos ponemos el antifaz. Ahora somos figuras anónimas y oscuras bajo el ruan.
Es la túnica de mi padre la que visto. Ya gastada. Mis pies descalzos pisan la lápida fría de la capilla, delante del altar, bajo la que se haya la cripta de la Hermandad. Mi padre también está aquí.

En el silencio tenebroso, sólo se escucha el golpe seco de las cruces de madera que se reparten entre los penitentes. Las manos del que enciende los cirios resguarda la llama para que prenda y un ligero fulgor anaranjado le traspasa la piel, convirtiendo la palma cerrada en un fanal candoroso, como en un cuadro de De la Tour.

Le toca a mi tramo avanzar, vamos en fila hacia la puerta. Pasamos ante el Cristo que inclina la cabeza yerta y encoje las manos amoratadas, pequeñas, como los lirios del monte a sus pies. Frente a la Virgen elevo la mirada. El entrecejo fruncido, dolorida y pálida, como la cera encendida de su paso, como las rosas de las jarras de plata, como el pañuelo trémulo en sus dedos.

Me dan mi cruz. La tomo. La abrazo. Durante cinco horas será mi compañera en la silenciosa noche.Quisiera, en la vida, ser capaz de llevarla así abrazada. Hacer efectivo el lema de mi hermandad que reza en letras de plata sobre la cruz de guía, que acaba de cruzar el umbral de la puerta: "Toma tú cruz y sígueme".



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