Tiene una voz prodigiosa, nítida, translúcida.
Bajo el artesonado de la sala, que hacía más íntimo el espacio, sobrevolaban los trinos desde una garganta de la que surgían con una facilidad pasmosa. Se elevaban por la sala como lanzas afiladas de luz. Como rayos a través de un vitral, límpidos, directos, tersos, puros.
Cuando concluía una pieza, dejaba flotar la última nota, que se alargaba como una voluta de humo que se va diluyendo imperceptiblemente y se deshace, tenuemente, subrepticiamente, dejando estremecido al auditorio.
Canciones, sacras, de amor galante, que recitaba previamente, traducidas del italiano, con gracia.
Cuando salíamos, estaba en la puerta, y la felicité. Siendo una voz única, con una escuela, una técnica y una dulzura exquisita, todavía me preguntaba, como asombrada, ¿pero de verdad te ha gustado? como dudando de sus propias facultades. Me admiró esa humildad de la artista... Pensé- me decía- que quizá, aquí en Sevilla, en vísperas de Semana Santa, no estuviese la gente para estas cosas...
Nada más alejado de la realidad, el público, qué diferencia con el de otros conciertos más numerosos, ¡ni una tos! quedó fascinado.
Mi amigo de la infancia, DV, ingeniero industrial, de cultura y curiosidad infinita, que fue el que me sacó la entrada y me instó a ir, se compró y me regalo el CD, que estoy deseando escuchar, y después nos fuimos a tomar unas cervezas, en una compañía estupenda, concluyendo una noche perfecta.
Estuve el sábado (estuvimos, vaya), viendo y sobre todo escuchando el Mesías en Huesca, con una orquesta digna y unos solistas y coro también dignos. Haendel, como otros, pocos, estaba en contacto con eso que llamo "lo trascendente", que no tiene que ser exactamente el dios católico, pero que es la misma trascendencia que otros músicos, Miles Davis, Bill Evans, unos pocos, realmente, conocían. Hay una tensión emocional en las composiciones, en la interpretaciones, que para mí es de lo que trata la música, algo difícil de definir con palabras. En fin, ya me entiendes. Debussy también lo sabía, y algunos otros. No es patrimonio sólo de los músicos, también es verdad, aunque yo lo entiendo o percibo mejor en ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué suerte, JL. Aquí en Sevilla ha concluido el FEMAS, precisamente, con una Resurrección de Haendel, que ha sido memorable. Lamentablemente, no pude ir. Y es cierto que cuando la música llega es inefable. Un abrazo.
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