martes, 23 de septiembre de 2014

Los Cuarenta en los cuarenta.

Nada más evocador que la música.
Tengo puesto de fondo canciones ochenteras en el ordenador. Se van desgranando y con ellas los recuerdos. Ni yo en aquella época era (ni ahora) un aficionado a la música actual. No tenía (ni tengo) ni idea de los grupos, ni de las canciones de moda, ni nada parecido…yo seguía con mi Mozart o Beethoven o escuchaba los nocturnos de Chopin o las arias de ópera de los discos de mi padre una y otra vez, hasta que me las sabía de memoria, mientras leía. Pero claro, eso era en mi casa. Después cuando salía me invadía la música del momento, en los bares, las fiestas, la playa, los coches de los amigos…
Y ahora cuando las escucho vuelvo, con gran nitidez, con una fuerza arrolladora a aquella época, porque, quizá muchas de esas canciones pegadizas no las oía casi desde entonces.
Suena la Chica de ayer, y veo a mi amigo SJ, hoy prestigioso abogado del estado, felizmente casado, con familia numerosa, intentando convencerme de las bondades de la música de Nacha Pop, mientras toca una guitarra imaginaria, y se contorsiona imitándolos, mi ca-ca-ca-cabeza da vueltas persiguiendote… canta emocionado, ante mi pasmo e impasibilidad, ya que me parece un soniquete trivial, y sin embargo ahora, ¡ay! ahora ¡quien me lo iba a decir! me conmueve y me emociona hasta lo indecible, y me congratulo de que aquellos muchachos de primero de derecho sigamos teniendo una profunda amistad, cuando Nacha Pop es ya puro olvido
Y a continuación Alaska hace resonar sus mil campanas… Y recuerdo a dos chicas guapísimas, de Madrid, hermanas, de ojos verdes inolvidables, con las que coincidimos en un viaje a París…con diecisiete años, aunque ellas eran mayores ¡…19 y 20! y, supermodernas, llevaban la cinta recién estrenada, que se repetía en el autobús una y otra vez…
Y la verdad es que cuando las oigo, suenan mil campanas y vuelvo de nuevo a pasear por los Campos Elíseos.

Me doy cuenta, que esa música, ni la de antes ni la de después, buena o mala, da igual, será para siempre nuestra música, como para mis padres fué el Duo Dinámico o Renato Carosone y para mis sobrinos Curro y Fernando, con mi edad de entonces, será la que hoy suena en los Cuarenta...

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